domingo, 13 de abril de 2014

Quedó establecido el comité de an+alisis del protocolo de feminicidio de la PGJDF

Instituto de Formación Profesional México D.F. a 14 de Junio 2012
Qued� establecido el comit� de an�lisis del protocolo de feminicidio de la PGJDF





Comit� T�cnico de An�lisis y Evaluaci�n del Protocolo de Investigaci�n Ministerial y Pericial del Delito de Feminicidio
 








Qued� establecido el Comit� T�cnico de An�lisis y Evaluaci�n del Protocolo de Investigaci�n Ministerial y Pericial del Delito de Feminicidio, de la Procuradur�a General de Justicia del Distrito Federal, cuerpo colegiado que llev� a cabo su primera sesi�n ordinaria, donde se presentaron avances en la materia, tras la reforma del C�digo Penal para el Distrito Federal tendente a incorporar esta figura jur�dica.

En dicha sesi�n, que fue presidida por el licenciado Edmundo Porfirio Garrido Osorio, Subprocurador de Averiguaciones Previas Centrales, con la representaci�n del doctor Jes�s Rodr�guez Almeida, Procurador General de Justicia del Distrito Federal, tambi�n fueron elegidas tres organizaciones no gubernamentales como integrantes del Subcomit� para la evaluaci�n del mismo.

La sesi�n de este cuerpo colegiado se llev� a cabo en el Sal�n de Usos M�ltiples del edificio central de la PGJDF, donde el maestro Juan Jos� Olea Valencia, Coordinador General del Instituto de Formaci�n Profesional, dio a conocer que en el marco de la Reforma del C�digo Penal para el Distrito Federal en materia de feminicidio, este instituto realiz� una serie de actividades acad�micas, dirigidas a agentes del Ministerio P�blico, Polic�as de Investigaci�n, Oficiales Secretarios y Peritos en materia de sensibilizaci�n con perspectiva de g�nero, elementos del delito de feminicidio y normatividad penal vigente, as� como aspectos en la investigaci�n policial del feminicidio con perspectiva de g�nero; investigaci�n cient�fica y an�lisis jur�dico, policial y pericial.

Olea Valencia present� el programa de capacitaci�n para el personal sustantivo de la PGJDF sobre el Protocolo de Investigaci�n Ministerial, Policial y Pericial del Delito de Feminicidio �mediante el curso �La investigaci�n y persecuci�n del delito de feminicidio��, que tiene entre sus objetivos la sensibilizaci�n del alumno en derechos humanos, con especial referencia a la perspectiva de g�nero que aplicar� en todo momento al llevar a cabo la investigaci�n de dicho delito.

Tambi�n se analizar�n el contenido del Acuerdo A/017/2011 del Procurador General de Justicia del Distrito Federal y el protocolo mencionado, para que el alumno advierta cu�les son los presupuestos procesales de investigaci�n que contiene este �ltimo e identifique los elementos del tipo penal del delito de feminicidio, y conozca los derechos de las mujeres consagrados en las legislaciones nacional e internacional, as� como sus mecanismos de protecci�n.

Explic� que dicho curso abordar� los ejes tem�ticos: �Sensibilizaci�n hacia la perspectiva de g�nero�, �Elementos del delito de feminicidio y normatividad penal vigente�, �Aspectos b�sicos de la investigaci�n policial del feminicidio con perspectiva de g�nero�, �La investigaci�n cient�fica del delito de feminicidio� y �An�lisis jur�dico, pericial y policial del delito de feminicidio�.

Olea Valencia dijo que adicionalmente se tratar�n los temas: �Los tipos y modalidades de violencia en contra de las mujeres�, �La persecuci�n del delito de feminicidio ante la autoridad jurisdiccional, en donde tratar� la intervenci�n del Agente del Ministerio P�blico en las diversas etapas que prev� el proceso penal�, �La reparaci�n del da�o en los casos de feminicidio� y �La atenci�n a v�ctimas en el contexto de los est�ndares internacionales�.

Por su parte, el Subprocurador Garrido Osorio inform� que a partir de la publicaci�n del Acuerdo A/ 017/2011, el 25 de octubre de 2011, se implement� un sistema de alerta para que la Agencia Especializada de Investigaci�n para la Atenci�n del Delito de Homicidio Doloso, en agravio de mujeres y personas con orientaci�n o preferencia sexual diferente, conozca de los posibles casos de feminicidio.

Mediante este sistema, explic�, la Subprocuradur�a de Averiguaciones Previas Desconcentradas canalizar� todas aquellas indagatorias que pudieran tratarse de feminicidio a la agencia especializada para su determinaci�n como delito dicha naturaleza, y ser� esta agencia la �nica �rea que enviar� el pliego de consignaci�n ante la Subprocuradur�a de Procesos para el seguimiento respectivo.

La Direcci�n General de Estad�stica Criminal de la PGJDF realizar� un reporte mensual con la finalidad de incorporarse en los esquemas de consolidaci�n y homologaci�n de la incidencia delictiva, como fuente oficial del Distrito Federal.

En su car�cter de secretario t�cnico del comit�, el licenciado Marco Enrique Reyes Pe�a, Fiscal Central de Investigaci�n para la Atenci�n del Delito de Homicidios, dirigi� la sesi�n donde la licenciada Sulma Eunice Campos Mata, Subprocuradora de Atenci�n a V�ctimas del Delito y Servicios a la Comunidad, se�al� que esta �rea de la Procuradur�a capitalina cuenta con mecanismos para la atenci�n integral y multidisciplinaria a las v�ctimas indirectas, ofendidos o testigos del delito de feminicidio, en �reas de Trabajo Social, M�dico, Psicol�gico y Jur�dico.

Destac� que en caso de que el Ministerio P�blico no solicite medidas de protecci�n, el Centro de Apoyo Sociojur�dico a V�ctimas de Delitos Violentos podr� solicitarlas al representante social, as� como a la Secretar�a de Seguridad P�blica capitalina para la implementaci�n del C�digo de Atenci�n Ciudadana, en favor de las v�ctimas indirectas. Record� que dicho centro abri� 26 expedientes; atendi� a 33 v�ctimas indirectas y se realizaron 247 acciones multidisciplinarias en materia de seguimientos hospitalarios, sesiones terap�uticas, asesor�as y acompa�amientos a juzgados, entre otros.

Durante el encuentro, por votaci�n un�nime, los integrantes del Comit� T�cnico de An�lisis y Evaluaci�n del Protocolo de Investigaci�n Ministerial y Pericial del Delito de Feminicidio eligieron a las organizaciones civiles Comisi�n Mexicana de Defensa y Promoci�n de los Derechos Humanos, Cat�licas por el Derecho a Decidir y la Asociaci�n Nacional de Abogados Democr�ticos, como integrantes del subcomit� que evaluar� y participar� en las reuniones de an�lisis del desempe�o del protocolo.

Como invitados especiales asistieron la asesora t�cnica en Estad�stica y Pol�tica de Igualdad de G�nero ONU-Mujeres; la representante de la Fundaci�n Ford, la directora general del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal.

El escalofriante "negocio" de los asesinatos por encargo: cómo operan los profesionales de la muerte.

El escalofriante "negocio" de los asesinatos por encargo: cómo operan los profesionales de la muerte
John enciende un cigarrillo y entrecierra los ojos. Recuerda: "La cita era un viernes desde las diez de la noche, en el edificio de siempre. Estaban los que vivían en los departamentos del complejo y otros invitados. Eramos más de cien colombianos festejando un cumpleaños. En el boliche del edificio, varios comentaban los envíos de cocaína al exterior y los robos a departamentos de esa semana. Muchos andaban armados. Sonaban canciones de Vicente Fernández, Antonio Aguilar y Darío Gómez. Había platos con cocaína y marihuana, para que los invitados consumieran libremente. La cerveza, el whisky y los cigarrillos los vendía el ex policía que alquilaba esos departamentos amueblados".

La escena podría vestir cualquier película de Quentin Tarantino, pero es real y ocurrió en el centro de Buenos Aires, a pocas cuadras de la avenida Rivadavia, una noche tibia del invierno de 2009.

El testigo de aquel festejo y que lo recuerda en una entrevista concedida a Clarín -a quien llaman John a lo largo de la nota- dice que es en eventos como ese donde se comienzan a idear los crímenes entre colombianos, ejecutados por sicarios.

"Como están todos borrachos, se hacen comentarios sobre quién anda en el país, qué robaron, qué envío llegó a destino, dónde está el que no pagó una deuda. Siempre hay alguien que escucha y luego da aviso a los narcos que buscan a alguna persona para matarla. Aquel día todos estábamos sorprendidos de la cantidad de socios que estaban llegando a Buenos Aires".

John cuenta que aquella vez, a la medianoche comenzaron a competir: "esa semana, en una casa de Rosario, se habían robado tres mil balas, y jugaban a ver quién vaciaba más rápido un cargador. Las prostitutas de los cabarets más famosos ya habían llegado: en el edificio había más de 20 departamentos con colombianos dispuestos a gastar miles de dólares en ellas. John cuenta que la Policía llegó al mediodía del sábado".

"Pero los oficiales recibieron un dinero y se fueron. Volvieron a la noche. Y otra vez, alguien entregó dinero y los despidió. Sólo el domingo regresaron para allanar: se llevaron a varios detenidos y valijas con cocaína. La farra continuó hasta el miércoles. Éramos todos colombianos que andábamos haciendo diabluras en Argentina. El que menos gastó dejó 5 mil dólares".

John conversó con el matutino sobre sus compatriotas y colegas en un sitio de Argentina que por razones de seguridad del testigo no se identificará, donde hoy rinde cuentas con la Justicia. Tiene prohibido abandonar el país hasta la fecha del juicio. Pero antes, dice, anduvo en muchos lugares por integrar estructuras narco: estuvo en un depósito de México custodiando unos cuatrocientos millones de dólares.

Estuvo, también, en un edificio de Bogotá en el que varios departamentos rebosaban de ladrillos de cocaína hasta el techo, y en los restantes no había otra cosa que dólares. O en discotecas de Ibiza en las que gastó 600 mil euros en un mes. O en Miami, custodiando entregas de droga. Pero hoy habla sobre los crímenes de sicarios en Buenos Aires, encargados por narcotraficantes.

John ingresó a Argentina con una identidad falsa. Ha contratado a sicarios en varios países, pero aquí no, aunque está al tanto de todo. Aunque habla de asesinatos y negocios ilegales todo le resulta común. Normal. Lleva 30 años en el mundo del crimen y vive en Argentina hace cinco, yendo y viniendo a Colombia.

-Suponte que un colombiano se entera dónde está la persona que anda buscando. Lo primero que hace para encargar el crimen es llamar a algún "amiguito" que esté en Colombia y preguntar quién se podría hacer una vueltita por Buenos Aires. Enseguida habrá voluntarios. Esos tipos son felices recibiendo los llamados de los narcotraficantes, porque sueñan con ser como ellos: vivir de lujo, tener reconocimiento en el ambiente, viajar por el mundo.

Contactado el sicario, John cuenta que el cliente lo llama y le dice que se duche, que se afeite, que se perfume, que se ponga la mejor ropa y que pase por una dirección: allí le darán viáticos para comprar el pasaje. En otro domicilio, cinco horas después, tendrá pasaporte y documentos falsos.

Todo es muy rápido: al bajar del avión en Buenos Aires, tomará un taxi para dirigirse a la dirección indicada. Por lo general, los asesinos provienen de Bogotá, pero responden a estructuras de Medellín, Cali o Pereira, que luego se mudan a la capital para extender su microtráfico de drogas.

Según relata John, los sicarios llegan a Argentina, o a cualquier sitio donde se encargue el crimen, sin saber cuánto cobrarán, ni a quién hay que matar, ni en qué lugar hay que hacerlo.

"Ellos saben que si llegan cinco minutos tarde, o desprolijos, o con olor a cerveza, el trabajo se suspende y deben volver a Colombia, donde seguro morirán por faltas como esas".

"También si hieren pero no matan al enemigo ", dice John.

"Pero si llega en condiciones, bajará del taxi y lo subirán a un auto. Recién allí le mostrarán fotos del hombre a matar y le darán el arma, que por lo general en Buenos Aires, proviene de las casas en las que ingresaron a robar otros colombianos, o se compran en villas. Sobre la moto, cuando la víctima esté en la mira, lo que hará es darse vuelta: su espalda quedará contra la del piloto. Así podrá maniobrar mejor la pistola", explica el testigo. "Y todos saben hacerlo: los sicarios que reciben encargos en el exterior suelen tener más de cien muertes en Colombia. Es uno de los requisitos para viajar". ¿Cuánto se pagan esas muertes?

-Si es la primera vez que lo contrata ese cliente, el sicario tiene que matar gratis. Pero por un crimen en Buenos Aires se pagan unos 20 mil dólares.

Al sicario que anda en moto se le dice "pato" y al que conduce, "piloto". John ofrece más detalles: "Como son extranjeros no residentes y no pueden comprar y poner una moto a su nombre, los narcos le ofrecen a algún argentino entre mil y dos mil pesos para que saque la moto. Siempre son enduro: Honda Tornado 250 o Yamaha DR 350. El argentino puede ser algún adicto; en España eso es muy común". "Allá son 'los pincheta': heroinómanos que lo hacen por unos euros".

Los "pilotos" también son experimentados. Son adultos oriundos de Cali, Medellín, Bucaramanga o Cartagena. Allí, la moto es el medio de transporte preferido, y es muy común que "los pelados", como se les dice a los niños, las conduzcan desde los 10 años.

Según relata el testigo, el sicario mata en el día y se va de Buenos Aires de inmediato. Lo suben a otro auto y lo cruzan a algún país limítrofe desde el que volará a Colombia. "Antes, un cómplice argentino le sella el pasaporte para fraguar que salió de la Argentina sin problemas. Esos traslados los hacen los choferes o guardaespaldas de los narcos. Suelen utilizar autos que alquilan por semana en agencias del Conurbano. El dueño, generalmente argentino, jamás imagina quién conduce su auto. Pero las agencias que lo alquilan -regenteadas por argentinos o por una banda de narcos peruanos que tienen locales de compra y venta de celulares- sí saben el uso que sus clientes le dan a los autos".

Otro cigarrillo, y más datos: "Lo que se paga varía según el país. Por ejemplo en Argentina, como se pueden sacar del país en efectivo hasta diez mil dólares, el man se lleva eso en mano, y antes de que llegue a Colombia a su madre ya le alcanzaron lo restante".

John confirma lo que otras fuentes dijeron a Clarín: en el único país donde los colombianos contratan sicarios locales es en México. Para el resto del mundo llaman a compatriotas, que casi sin excepción se criaron en las "ollas", los expendios de drogas de los barrios peligrosos. A los 9 años comienzan siendo "campaneros" de jefes que se dedican al menudeo de bazuco, la versión colombiana de la pasta base. Se paran en los ingresos del ghetto y advierten si merodea algún sospechoso. A los 10, 11 años, comienzan a distribuir drogas en sus colegios y van afilando su puntería: por ejemplo, gatillan contra las lamparitas de los postes de luz.

A los 13, se inician como sicarios.

El Centro de Investigaciones Criminológicas de la Policía de Risaralda, en Colombia, realizó un estudio basado en 630 menores de edad detenidos entre el 1 de enero y el 8 de septiembre de 2007: el 63% estaba acusado de hurto y tráfico de drogas y el resto por homicidio, secuestro y extorsión. Todos tenían entre 14 y 18 años. La mayoría "consumía drogas desde los 9, residía en zonas peligrosas, habían sufrido maltrato infantil y abuso sexual, y su nivel de escolaridad estaba por debajo del segundo año de la secundaria".

"Esos son los sicarios que prefieren los grandes narcotraficantes", dice John. "Están preparados para todo. Como sueñan con quedarse con los capos y saben que el crimen que cometan en Argentina les dará popularidad en sus barrios, vienen contentos y dispuestos a todo ". Por lo general, el sicario no llega vivo a los 25 años. En Colombia, cuando hay discusiones, es muy común que alguien diga: "ya le mando al de la moto". Allí, una muerte puede costar 50 dólares.

Lenin Forero recuerda que en su infancia era común que policías interrumpieran la clase e ingresaran al aula para requisar las mochilas buscando armas blancas. Fue a sus 11 o 12 años, en el barrio Las Cruces de Bogotá. Hoy, Forero es antropólogo. Muchos de sus amigos han muerto, están en prisión o en silla de ruedas por la violencia. "Nuestro barrio era una zona de reclutamiento: yo tenía amigos con familia en Medellín que se iban porque el cartel de Pablo Escobar les prometía mejorar su calidad de vida", dice.

"En un barrio así, si eres bueno, eres un don nadie y pueden apuñalarte en cualquier esquina; si eres malo, dejas de ser anónimo y pasas a ser un modelo a seguir. Nadie se mete contigo y le gustas a las niñas". Según el antropólogo, "en Las Cruces ha habido -y hay- policías que liberaban zonas a ladrones para que robaran a cambio de que luego asesinaran a otros ladrones del barrio. "En este país, lo que no puedes hacer con una fuerza legal, lo haces con una fuerza ilegal".

En la fundación en la que trabajaba, Forero fue terapeuta de un sicario de 25 años: "Llegó a Bogotá porque querían matarlo en otra ciudad. Sus primeros crímenes habían sido por 50 dólares, y había tenido que cumplir la prueba para ser un sicario: matar a un compañero, o sea a otro sicario. Luego, con la experiencia, la tarifa sube. En general, terminan asesinándolos cuando ya son muy buenos en lo suyo". Era un sicario que le rezaba a sus balas. Pedía cumplir su trabajo gastando la menor cantidad de disparos. "A diferencia de los narcos o grandes ladrones internacionales, el sicario siempre sigue siendo el muchacho de barrio que todo el mundo conoce. Nunca cambia de modo de vida".

Lenin recuerda que ese sicario "hablaba sin culpa ni arrepentimientos. Para él, la muerte era ‘el pan de cada día': se convirtió en ese fantasma que viene pisándole los talones. Cuando yo vivía en Las Cruces, todas las semanas nos enterábamos de la muerte de algún vecino".

En Colombia han llegado a matar hasta con motosierras (ver "El sicariato..."). En las "ollas" de Bogotá o Medellín, andan con ametralladoras y fusiles. Pero hace tres décadas que los sicarios se mueven por el mundo. Hoy, según datos de la cancillería de Colombia, hay 13.408 colombianos presos en el mundo: el 61,55% fue detenido por tráfico de drogas. Eso significa que manejan droga en muchos países. Y, también, que hay miles de potenciales deudores.

Si hay deudores, hay cobradores y sicarios.

Los cobradores hacen su trabajo a cambio del 30 o 40 por ciento de la deuda.

"Argentina se volvió un lugar gustoso para nosotros", retoma John, prendiendo un cigarrillo. "Esto no es como Colombia: aquí uno se puede pasear en autos carísimos y nadie le pregunta nada. Yo he vivido en casas de amigos en Nordelta y Puerto Madero".

En Buenos Aires, además de colombianos que hacen estas estremecedoras diabluras , hay otros que vienen a gastar el dinero de "diabluras" hechas en otro país. John dice que también vienen muchos colombianos en busca de "inversionistas" para el narcotráfico. ¿Cómo los encuentran? "Pues muy fácil. Se trae 20 gramos de cocaína colombiana de máxima pureza, ingresa a un cabaret, restaurant o discoteca, y pide un buen whisky. Ahí es cuestión de hacerse escuchar. Que por el acento se den cuenta de que es colombiano y quieran acercarse. Es fija: la tercera o cuarta pregunta es si trajo cocaína de buena calidad. Entonces, se convida; ojo, no se vende, eh. Así surgen los contactos.

Todo el mundo quiere ganar dinero fácil, y nosotros tenemos todo para hacerlo", suspira con cínico aburrimiento.

Pero según John, la cocaína colombiana jamás llega a Argentina. Los colombianos que están en nuestro país son transportistas, y cuentan con la estructura para enviar cargamentos al exterior. Entonces, el paso siguiente es conseguir acá droga de buena calidad para traficar. Y otra vez, ser colombianos los favorece.

"Lo que toca es irse a los barrios bajos, en los que uno sepa que convivan narcotraficantes peruanos, bolivianos o paraguayos. Uno va, se para en un bar y le pide a alguno que pase por allí que le traiga una dosis. Vuelve a los pocos días, y va pidiendo que le presenten al narco mayor, para hacerle una compra grande. Cuando se enteran que el cliente es colombiano, ofrecen otra droga de mayor calidad, sabiendo que irá hacia Europa. Ellos son los productores. El trabajo del colombiano es transportarla. Tiene los productos químicos y las redes para hacerla llegar a cualquier país".

Entonces comienza el tráfico. Cuantas más ventas, se multiplican los potenciales deudores. Y se sabe: si hay deudores, hay cobradores y sicarios.

domingo, 7 de octubre de 2012

SOSPECHAN QUE MATO A APRIL J.


 

5 de octubre de 2012
LON­DRES, In­gla­te­rra,
El úni­co sos­pe­cho­so en re­la­ción con el se­cues­tro de la ni­ña ga­le­sa April Jo­nes, de cin­co años, ha si­do de­te­ni­do por el pre­sun­to ase­si­na­to de la pe­que­ña, anun­ció hoy el de­tec­ti­ve Reg Be­van, de la Po­li­cía de Ga­les.

April mon­ta­ba en bi­ci­cle­ta y ju­ga­ba con unos ami­gos cer­ca de su ca­sa en la lo­ca­li­dad de Machyn­lleth, cen­tro de Ga­les, cuan­do fue vis­ta por otros ni­ños su­bir­se a una fur­go­ne­ta, apa­ren­te­men­te de ma­ne­ra vo­lun­ta­ria, en la tar­de del pa­sa­do lu­nes.

Al día si­guien­te, Mark Brid­ger, de 46 años, fue de­te­ni­do co­mo sos­pe­cho­so del se­cues­tro de la me­nor, pe­ro hoy per­ma­ne­ce arres­ta­do ba­jo la sos­pe­cha del ase­si­na­to de la ni­ña.

El ca­so de April ha con­mo­cio­na­do a la tran­qui­la lo­ca­li­dad de Machyn­lleth, don­de cien­tos de ve­ci­nos se han su­ma­do en los úl­ti­mos días a la bús­que­da de la ni­ña en las zo­nas bos­co­sas.

Con el anun­cio de Be­van, la mi­sión de las fuer­zas del or­den ga­le­sa es la de ha­llar el cuer­po de la pe­que­ña.

"Mark Brid­ger ha si­do arres­ta­do ba­jo la sos­pe­cha del ase­si­na­to de April Jo­nes. Per­ma­ne­ce re­te­ni­do en la co­mi­sa­ría de Aberystwyth, don­de es in­te­rro­ga­do", di­jo el de­tec­ti­ve en una rue­da de pren­sa.

"El arres­to no es una dis­trac­ción en nues­tros es­fuer­zos por en­con­trar a April y con­ti­nua­mos com­pro­me­ti­dos a ha­llar­la", agre­gó.

Al mis­mo tiem­po, el de­tec­ti­ve pi­dió la co­la­bo­ra­ción de la po­bla­ción pa­ra que se pon­ga en con­tac­to con la po­li­cía so­bre cual­quier in­for­ma­ción que ayu­de a lo­ca­li­zar a la ni­ña.

La pe­que­ña ves­tía un abri­go mo­ra­do con ca­pu­cha, pan­ta­lo­nes ne­gros y un po­lo blan­co cuan­do de­sa­pa­re­ció, pa­sa­do el lu­nes.

El Pri­mer Mi­nis­tro bri­tá­ni­co, Da­vid Ca­me­ron, pi­dió ayer ayu­da a la po­bla­ción pa­ra en­con­trar a la ni­ña de cin­co años que fue su­pues­ta­men­te se­cues­tra­da el pa­sa­do lu­nes, mien­tras ju­ga­ba en la lo­ca­li­dad ga­le­sa de Machyn­lleth.

En una de­cla­ra­ción te­le­vi­sa­da, Ca­me­ron ani­mó a cual­quier per­so­na que ten­ga in­for­ma­ción so­bre el pa­ra­de­ro de la pe­que­ña April Jo­nes que se pon­ga en con­tac­to con la po­li­cía, y ca­li­fi­có de "pe­sa­di­lla" pa­ra "cual­quier fa­mi­lia" la de­sa­pa­ri­ción de un me­nor.

La Po­li­cía ga­le­sa de­tu­vo a un hom­bre, de 46 años, en re­la­ción con la de­sa­pa­ri­ción de April, cu­yo ca­so ha con­mo­cio­na­do a la tran­qui­la lo­ca­li­dad de Machyn­lleth, en el cen­tro de Ga­les.

La pe­que­ña mon­ta­ba en bi­ci­cle­ta y ju­ga­ba con unos ami­gos cer­ca de sus ca­sa cuan­do fue vis­ta por otros me­no­res su­bir a un ve­hí­cu­lo, al pa­re­cer vo­lun­ta­ria­men­te, so­bre las 18:00 GMT del pa­sa­do lu­nes.

"Mi co­ra­zón es­tá con la fa­mi­lia de April. Es­ta es una pe­sa­di­lla y el he­cho de que su­fra de pa­rá­li­sis ce­re­bral, al­go de lo que sé un po­co por mis pro­pios hi­jos, lo ha­ce aún peor", di­jo.

viernes, 24 de agosto de 2012

decapito por su madre

CAM­DEN, Nue­va Jer­sey, 22 de agos­to .
 
 Un ni­ño de 2 años fue de­ca­pi­ta­do, al pa­re­cer por su ma­dre, y su ca­be­za que­dó en el con­ge­la­dor de su ca­sa has­ta que la mu­jer se sui­ci­dó apu­ña­lán­do­se, in­for­mó la po­li­cía en la ciu­dad más po­bre de Nue­va Jer­sey.

Che­von­ne Tho­mas, de 33 años, lla­mó al nú­me­ro de emer­gen­cia 911 al fi­lo de la me­dia­no­che pa­ra de­cir que le ha­bía ocu­rri­do al­go a su hi­ji­to y "dio la im­pre­sión de que ella lo hu­bie­ra he­cho", di­jo el vo­ce­ro de la fis­ca­lía de Cam­den, Ja­son Laugh­lin.

Los po­li­cías ha­lla­ron el ca­dá­ver de Zah­ree Tho­mas en el pri­mer pi­so en su ca­sa en la Ave­ni­da Kaighn y la ca­be­za del ni­ño en el re­fri­ge­ra­dor.

La mu­jer es­ta­ba en el pi­so su­pe­rior ha­blan­do con el des­pa­chan­te del 911 cuan­do los po­li­cías que ha­bían con­cu­rri­do a la ca­sa re­tro­ce­die­ron por no sa­ber si es­ta­ba ar­ma­da, di­jo Laugh­lin.

La ma­dre se apu­ña­ló en el cue­llo con un cu­chi­llo de co­ci­na y mu­rió, agre­gó el vo­ce­ro.

La po­li­cía cree que no ha­bía na­die más en la ca­sa.

Cam­den, en la mar­gen del Río De­la­wa­re opues­ta a Fi­la­del­fia, se ha vis­to pla­ga­da por la po­bre­za y al­tos ín­di­ces de­lic­ti­vos.

viernes, 25 de mayo de 2012

EN RITO LE SACAN LOS OJOS A NIÑO DE 5 AÑOS EN NEZAHUALCOYÓTL.

¡SATANICO!



24 de mayo de 2012
CD. NE­ZA­HUAL­CO­YOTL.
 "Por de­so­be­dien­te e irres­pe­tuo­so, por eso le sa­qué los ojos".

Así de ma­ne­ra es­ca­lo­frian­te y sin el más mí­ni­mo arre­pen­ti­mien­to lo ma­ni­fes­tó a ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial Car­men Ríos Gar­cía, mo­men­tos des­pués de ser de­te­ni­da por el ata­que que per­pe­tró con­tra su pro­pio hi­jo, a quien du­ran­te un su­pues­to ri­to sa­tá­ni­co le sa­có los ojos.

En la pri­va­ci­dad de una ofi­ci­na y an­te ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial que la cues­tio­na­ban y que no per­mi­tían el ac­ce­so de na­die, la mu­jer que di­jo ser cris­tia­na y que en su mi­ra­da se de­no­ta­ba cla­ra­men­te un ca­rác­ter su­ma­men­te fuer­te, vio­len­to y has­ta de mal­dad, di­jo: "el mun­do ya se va aca­bar, te­ne­mos que orar pa­ra sal­var­nos".

Po­li­cías mi­nis­te­ria­les que pi­die­ron ano­ni­ma­to, di­je­ron que du­ran­te los in­te­rro­ga­to­rios a que fue so­me­ti­da, la frí­vo­la mu­jer, a quien al pa­re­cer no le im­por­ta­ba en lo más mí­ni­mo el es­ta­do de sa­lud que guar­da­ba su me­nor hi­jo, ex­pre­só "to­dos sin ex­cep­ción al­gu­na te­ne­mos que orar y mos­trar cier­to res­pe­to a Dios por­que de lo con­tra­rio va­mos a re­ci­bir el cas­ti­go di­vi­no".

Se­gún los mi­nis­te­ria­les la mu­jer, a quien por un mo­men­to no­ta­ron "en otra ór­bi­ta y fue­ra de la rea­li­dad", si­guió ha­blan­do y di­jo: "es­cú­chen­me, el pró­xi­mo lu­nes se va a re­gis­trar un tem­blor que va a aca­bar con el mun­do, por eso de­ci­dí reu­nir a to­dos mis fa­mi­lia­res pa­ra orar y bus­car la sal­va­ción".

Al en­trar al te­ma de su hi­jo, se­ña­la­ron los mi­nis­te­ria­les, és­ta pri­me­ra­men­te di­jo que no sa­bía lo que ha­bía su­ce­di­do, pues al pa­re­cer ac­tuó po­se­sio­na­da por un es­pí­ri­tu ma­lig­no y lue­go ti­tu­beó y a ma­ne­ra de ex­pli­ca­ción di­jo: "to­dos te­ne­mos que te­ner un res­pe­to a Dios y si no es así, pues nos ha­ce­mos acree­do­res a un cas­ti­go y en es­te ca­so mi hi­jo fue irres­pe­tuo­so y no obe­de­ció cuan­do le or­de­né que ce­rra­ra los ojos pa­ra orar pro­fun­da­men­te, por eso se los sa­qué".

 la de­se­qui­li­bra­da mu­jer que por su ac­ción a to­das lu­ces dia­bó­li­ca cau­só un gran im­pac­to y cons­ter­na­ción en­tre sus ve­ci­nos y la opi­nión pú­bli­ca en ge­ne­ral, se­guía sien­do in­te­rro­ga­da por ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial, a fin de co­no­cer con exac­ti­tud qué fue lo que en rea­li­dad su­ce­dió y los mo­ti­vos que tu­vo pa­ra ata­car de esa for­ma a su hi­jo, ade­más de es­ta­ble­cer si es par­ti­da­ria o de­vo­ta de los ri­tos sa­tá­ni­cos.
El mo­tor del he­li­cóp­te­ro ro­jo y blan­co del gru­po Re­lám­pa­go, del Es­ta­do de Mé­xi­co, aler­tó so­bre el tras­la­do de al­gún pe­que­ño gra­ve a las ins­ta­la­cio­nes del Hos­pi­tal Pe­diá­tri­co de Ta­cu­ba­ya. Efec­ti­va­men­te, se tra­ta­ba del pe­que­ño Fer­nan­do, quien ho­ras an­tes per­dió los ojos, lue­go de que en un ri­to sa­tá­ni­co su pro­ge­ni­to­ra se los sa­ca­ra, lo que le pro­vo­có un abun­dan­te san­gra­do y se re­por­ta su es­ta­do de sa­lud co­mo gra­ve.

Su llan­to era des­ga­rra­dor; con sus ma­ni­tas se to­ca­ba la ca­ri­ta y los mé­di­cos le re­co­men­da­ban que no lo hi­cie­ra por­que po­dría in­fec­tár­se­le las he­ri­das que le cau­só su ma­má en un ri­to sa­tá­ni­co que rea­li­za­ban en Ciu­dad Ne­za­hual­có­yotl, Es­ta­do de Mé­xi­co. En ese lu­gar re­ci­bió los pri­me­ros au­xi­lios, pe­ro al apre­ciar­se que era un asun­to de su­ma gra­ve­dad, fue ne­ce­sa­rio tras­la­dar­lo al Hos­pi­tal de Ta­cu­ba­ya en un he­li­cóp­te­ro.

Des­de su in­gre­so las en­fer­me­ras fue­ron aler­ta­das so­bre la gra­ve­dad de las le­sio­nes que le pro­vo­ca­ron, por lo que la re­co­men­da­ción fue cla­ra y pre­ci­sa, lim­piar­le la san­gre que es­ta­ba arri­ba de los pó­mu­los y tam­bién las la­ce­ra­cio­nes que te­nía en los bra­ci­tos. An­tes de ha­cer es­tas cu­ra­cio­nes, se le tu­vie­ron que ad­mi­nis­trar unos me­di­ca­men­tos al me­nor que se que­ja­ba.

Al dar una bre­ve en­tre­vis­ta, el di­rec­tor ge­ne­ral del Hos­pi­tal In­fan­til Ta­cu­ba­ya, Car­los Ja­vier Ar­naiz To­le­do, de­ta­lló que al lle­gar el he­li­cóp­te­ro con el me­nor se pro­ce­dió a ha­cer­les las pri­me­ras cu­ra­cio­nes, y que en ese ca­so lo im­por­tan­te era man­te­ner­le abier­tos los pár­pa­dos y de es­te mo­do evi­tar que se ce­rra­ran y di­fi­cul­ta­ra la co­lo­ca­ción de unas pró­te­sis.

In­for­mó que efec­ti­va­men­te al ni­ño le fue­ron ex­traí­dos sus ojos, por lo que en es­tos mo­men­tos se en­fo­ca­rán en po­der­le co­lo­car las pró­te­sis y tam­bién evi­tar que se va­ya a pre­sen­tar una com­pli­ca­ción en ca­so de que sur­gie­ra una in­fec­ción, ello por­que se des­co­no­ce el mo­do co­mo le sa­có los ojos su ma­má o si pa­ra ello uti­li­zó al­gún ti­po de me­tal o ma­de­ra.

El es­ta­do de sa­lud del me­nor se re­por­tó co­mo gra­ve .
iRITO SATANICO!

Jaime Llera y Alejandro Montaño
* Fue una ofrenda de santería: encontraronaltares y amuletos para rituales en la casa

* Llevaban días drogados y encerrados para orar; la desquiciada mamá dice que el lunes

sismo catastrófico lo destruirá todo (?)
 En un su­pues­to ri­to sa­tá­ni­co, una mu­jer, de 28 años de edad, que se en­con­tra­ba des­de ha­ce va­rios días en­ce­rra­da den­tro de uno de los cuar­tos de su do­mi­ci­lio con va­rios de sus fa­mi­lia­res "oran­do por­que su­pues­ta­men­te el mun­do se iba aca­bar", po­se­sio­na­da por "al­gún es­pí­ri­tu ma­lig­no" y a ma­ne­ra de "ofren­da", de­jó cie­go a su pe­que­ño hi­jo, de 5 años de edad, al sa­car­le con sus pro­pias ma­nos los ojos.

Otro hi­jo de la de­se­qui­li­bra­da mu­jer, al per­ca­tar­se que su her­ma­ni­to san­gra­ba del ros­tro y que gri­ta­ba de do­lor por el ata­que que ha­bía su­fri­do a ma­nos de su pro­pia pro­ge­ni­to­ra, ate­rro­ri­za­do sa­lió de la ca­sa pa­ra pe­dir el au­xi­lio de sus ve­ci­nos, quie­nes al dar­se cuen­ta del ma­ca­bro ac­to que se ha­bía re­gis­tra­do den­tro del do­mi­ci­lio de la fa­mi­lia Ríos Gar­cía de in­me­dia­to pi­die­ron la in­ter­ven­ción de la po­li­cía.

Pos­te­rior­men­te, cuan­do ele­men­tos de la Po­li­cía Mu­ni­ci­pal y de la PG­JEM lle­ga­ron y en­tra­ron al do­mi­ci­lio, ubi­ca­do so­bre la ca­lle de Gra­cia­no Sán­chez, man­za­na 34, lo­te 5, en la Co­lo­nia San Agus­tín Atla­pul­co, en los lí­mi­tes de los mu­ni­ci­pios de Ciu­dad Ne­za­hual­có­yotl y Chi­mal­hua­cán, ate­rro­ri­za­dos des­cu­brie­ron que den­tro del in­mue­ble al pa­re­cer se ha­bía da­do un ri­to sa­tá­ni­co, en el que una mu­jer, que fue iden­ti­fi­ca­da co­mo Car­men Ríos Gar­cía, de 28 años de edad, pre­sun­ta­men­te "po­se­sio­na­da por un es­pí­ri­tu ma­lig­no" le ha­bía sa­ca­do con sus pro­pias ma­nos los ojos a su me­nor hi­jo, de 5 años de edad.

An­te tal si­tua­ción, los ele­men­tos po­li­cia­cos de in­me­dia­to acor­do­na­ron to­do el in­mue­ble, des­pe­ja­ron la zo­na y de­tu­vie­ron a la de­se­qui­li­bra­da mu­jer, jun­to con otros 7 de sus fa­mi­lia­res, en­tre los que fi­gu­ra­ba su her­ma­na Ruth Ríos Gar­cía, de 22 años de edad, quien pre­sun­ta­men­te le ayu­dó a que le sa­ca­ra los ojos a su pe­que­ño hi­jo.

Al ser tras­la­da­dos a las ins­ta­la­cio­nes del cen­tro de jus­ti­cia de La Per­la y una vez que ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial los so­me­tie­ron a un ri­gu­ro­so in­te­rro­ga­to­rio por se­pa­ra­do, fa­mi­lia­res de la de­se­qui­li­bra­da mu­jer ma­ni­fes­ta­ron que des­de el pa­sa­do lu­nes és­ta los man­tu­vo en­ce­rra­dos den­tro de uno de los cuar­tos de su vi­vien­da, don­de al pa­re­cer los te­nía dro­ga­dos con al­gu­na subs­tan­cia y por ór­de­nes de ella es­tu­vie­ron oran­do día y no­che su­pues­ta­men­te por­que un tem­blor que se iba a re­gis­trar el pró­xi­mo lu­nes iba aca­bar con el mun­do.

Di­je­ron que des­pués de va­rios días, hoy al­re­de­dor de las 8:30 de la ma­ña­na les pi­dió que ce­rra­ran los ojos y du­ran­te 15 mi­nu­tos es­tu­vie­ran oran­do con mu­cha fe; sin em­bar­go, cuan­do se cum­plie­ron los 15 mi­nu­tos, es­cu­cha­ron un gri­to en­sor­de­ce­dor y cuan­do abrie­ron los ojos, ate­rra­dos des­cu­brie­ron que la mi­se­ra­ble mu­jer le ha­bía sa­ca­do los ojos con sus pro­pias ma­nos a su hi­jo Fer­nan­do Ca­laf, de 5 años de edad.

Men­cio­na­ron que no pu­die­ron ha­cer na­da por evi­tar la tra­ge­dia y au­xi­liar al pe­que­ño, su­pues­ta­men­te por­que Car­men du­ran­te to­dos es­tos días los man­tu­vo ba­jo el in­flu­jo de una dro­ga que no les per­mi­tía si­quie­ra mo­ver­se.

Por su par­te, Isaac Ace­ve­do, fis­cal re­gio­nal de la Sub­pro­cu­ra­du­ría de Jus­ti­cia de Ne­za, in­for­mó que en tor­no a es­te la­men­ta­ble he­cho se dio un evi­den­te ca­so de san­te­ría, pues ex­pli­có que den­tro del cuar­to don­de se lle­vó el ri­tual exis­tían al­ta­res, amu­le­tos y una se­rie de im­ple­men­tos pa­ra rea­li­zar es­te ti­po de ri­tua­les.

El fis­cal, di­jo que la de­se­qui­li­bra­da mu­jer cí­ni­ca­men­te con­fe­só que efec­ti­va­men­te ella con el apo­yo de su her­ma­na Ruth le sa­ca­ron los ojos a su hi­jo Fer­nan­do y aun­que al prin­ci­pio men­cio­nó que lo hi­zo su­pues­ta­men­te po­se­sio­na­da por un es­pí­ri­tu ma­lig­no, lue­go se­ña­ló que fue por­que du­ran­te la ora­ción no qui­so ce­rrar los ojos co­mo se los ha­bía pe­di­do al res­to de sus fa­mi­lia­res.

Isaac Ace­ve­do, in­for­mó que por el mo­men­to no se ha es­ta­ble­ci­do cuál se­rá la si­tua­ción ju­rí­di­ca de di­cha mu­jer has­ta que se ten­ga un re­por­te com­ple­to de los he­chos y del es­ta­do de sa­lud del ni­ño, quien por prin­ci­pio de cuen­tas ya su­frió da­ños irre­ver­si­bles, pues va a que­dar cie­go por el res­to de su vi­da.

El ser­vi­dor pú­bli­co de la PG­JEM, di­jo que en cuan­to a los fa­mi­lia­res de la des­na­tu­ra­li­za­da ma­dre tam­po­co se sa­be cuál se­rá su si­tua­ción ju­rí­di­ca has­ta que ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial ter­mi­nen de in­te­rro­gar­los y se es­ta­blez­ca qué gra­do de par­ti­ci­pa­ción tu­vo ca­da uno de ellos en los he­chos.

Isaac Ace­ve­do, se­ña­ló que al que­dar al des­cu­bier­to es­te su­pues­to ri­to sa­tá­ni­co, ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial ya abrie­ron una lí­nea de in­ves­ti­ga­ción, pues no se des­car­ta que por la for­ma en que ac­tuó es­ta mu­jer y sus fa­mi­lia­res es­tén re­la­cio­na­dos con va­rios otros even­tos de es­te ti­po y que a ma­ne­ra de "ofren­da pa­ra sus dio­ses" ha­yan "sa­cri­fi­ca­do a otras per­so­nas".
IBA A MATAR A OTROS 2 HIJOS

25 de mayo de 2012
La in­ter­ven­ción que tu­vie­ron ele­men­tos de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial del Es­ta­do de Mé­xi­co y de la mu­ni­ci­pal pa­ra de­te­ner a Ma­ría del Car­men Ríos Gar­cía, de 28 años de edad, no pu­do ser más opor­tu­na, pues, se­gún po­li­cías mi­nis­te­ria­les, du­ran­te los in­te­rro­ga­to­rios a que fue so­me­ti­da la de­se­qui­li­bra­da mu­jer és­ta con­fe­só "que des­pués de que le sa­có los ojos a su hi­jo, de 5 años de edad, sur­gió en ella la ma­ca­bra idea de sa­cri­fi­car a su otro hi­jo, de 8 años, y a un be­bé de 10 me­ses de na­ci­do co­mo una ofren­da a Je­ho­vá".

La mu­jer que por unos mo­men­tos se mos­tra­ba lú­ci­da y en otros des­va­ria­ba y se sa­lía to­tal­men­te de la rea­li­dad, di­je­ron los mi­nis­te­ria­les, in­di­có que al mo­men­to en que su­ce­die­ron los he­chos sí es­ta­ba prac­ti­can­do un ri­tual aun­que no pre­ci­sa­men­te sa­tá­ni­co, pues se­gún ella, es­ta­ba in­vo­can­do a su Dios Je­ho­vá pa­ra que la sal­va­ra a ella y a to­dos sus fa­mi­lia­res, ya que pre­sun­ta­men­te un te­rre­mo­to iba a aca­bar con el mun­do.

Du­ran­te los mis­mos in­te­rro­ga­to­rios, di­je­ron los mi­nis­te­ria­les, la mu­jer afir­mó que te­nía po­de­res "so­bre­na­tu­ra­les", pues, se­gún ella, por me­dio de la ora­ción te­nía con­tac­to con su Dios Je­ho­vá y en to­do mo­men­to se man­tu­vo en su po­si­ción de que "to­dos sin ex­cep­ción al­gu­na te­nían que orar por su sal­va­ción, ya que el mun­do se iba aca­bar".

In­clu­so, agre­ga­ron, en al­gu­nos mo­men­tos des­va­rió y se con­tra­di­jo, pues aun­que al prin­ci­pio afir­mó que le ha­bía sa­ca­do los ojos a su hi­jo por de­so­be­dien­te e irres­pe­tuo­so, des­pués de­jó en­tre­ver que lo ha­bía he­cho co­mo una ofren­da pa­ra Je­ho­vá "pa­ra sal­var­se y pe­dir­le su pro­tec­ción", pues rei­te­ró "que el mun­do se iba aca­bar".

Un tan­to sor­pren­di­dos, los mi­nis­te­ria­les in­di­ca­ron que du­ran­te los mis­mos in­te­rro­ga­to­rios, la de­se­qui­li­bra­da mu­jer re­ve­ló que des­pués de que le sa­có los ojos a su hi­jo Fer­nan­do, de 5 años de edad, sur­gió en ella la ma­ca­bra idea de sa­cri­fi­car a su otro hi­jo, de 8 años de edad, y un be­bé, de 10 me­ses de na­ci­do, hi­jo de uno de sus her­ma­nos, tam­bién co­mo una ofren­da pa­ra Je­ho­vá "to­do ello pa­ra de­mos­trar­le su amor y ha­cer­le sa­ber que es­ta­ba dis­pues­ta a to­do con tal de ob­te­ner su pro­tec­ción y sal­va­ción".

An­te ta­les tes­ti­mo­nios y por la for­ma en que ac­tuó, los mi­nis­te­ria­les di­je­ron, que no te­nían la me­nor du­da de que al mo­men­to en que la de­se­qui­li­bra­da mu­jer le sa­có los ojos a su hi­jo en rea­li­dad prac­ti­ca­ba un ri­tual sa­tá­ni­co y no un es­pi­ri­tual co­mo lo ma­ni­fes­tó y aun­que afir­mó que era la pri­me­ra vez que lo ha­cía, si­guen in­te­rro­gán­do­la, pues se tie­ne ca­si la cer­te­za de que ya ha­bía prac­ti­ca­do otros y que po­si­ble­men­te ha­ya más víc­ti­mas.

Di­cha mu­jer po­dría al­can­zar una pe­na de has­ta 12 años de pri­sión, de­bi­do a que ac­tuó con do­lo en con­tra de su pro­pio hi­jo y los da­ños que le oca­sio­nó son irre­ver­si­bles, pues va a que­dar cie­go por el res­to de sus días.



PRO­ME­TEN BE­CA

El ni­ño Fer­nan­do de tan só­lo cin­co años de edad, a quien le fue­ron ex­traí­dos los glo­bos ocu­la­res por par­te de su pro­pia ma­dre y fa­mi­lia­res, no vol­ve­rá a ver, pe­ro se en­cuen­tra es­ta­ble, aun­que to­da­vía de­li­ca­do, y su pro­nós­ti­co es fa­vo­ra­ble, con­fir­mó el se­cre­ta­rio de Sa­lud del Dis­tri­to Fe­de­ral, Ar­man­do Ahued.

Por su par­te, el go­ber­na­dor del Es­ta­do de Mé­xi­co, Eru­viel Avi­la se com­pro­me­tió a otor­gar­le una be­ca men­sual de seis mil pe­sos al me­nor has­ta que con­clu­ya una ca­rre­ra uni­ver­si­ta­ria y ase­gu­ró que se apli­ca­rá to­do el ri­gor de la ley pa­ra cas­ti­gar a los res­pon­sa­bles de es­ta tra­ge­dia.

Así lo die­ron a co­no­cer am­bos fun­cio­na­rios, en en­tre­vis­ta por se­pa­ra­do, lue­go de vi­si­tar al ni­ño Fer­nan­do "N", quien se en­cuen­tra in­ter­na­do des­de el pa­sa­do jue­ves en el Hos­pi­tal Pe­diá­tri­co de Le­ga­ria, don­de re­ci­be aten­ción mé­di­ca tras ser víc­ti­ma de la ex­trac­ción de los glo­bos ocu­la­res, por par­te de su ma­dre y otros fa­mi­lia­res, en un pre­sun­to ri­tual sa­tá­ni­co.

El go­ber­na­dor me­xi­quen­se pre­ci­só que "no ba­ja­rá la guar­dia y apli­ca­rá to­do el ri­gor de la ley" pa­ra cas­ti­gar a los res­pon­sa­bles de es­ta tra­ge­dia. Has­ta el mo­men­to la in­ves­ti­ga­ción apun­ta ha­cia la ma­dre del in­fan­te, así co­mo al­gu­nos fa­mi­lia­res. Ade­más se so­li­ci­ta­rá a las au­to­ri­da­des co­rres­pon­dien­tes que le sea re­ti­ra­da la pa­tria po­tes­tad de Fer­nan­do a la fa­mi­lia.

Por lo que to­ca al her­ma­no del ni­ño y su pri­ma, Avi­la in­for­mó que se­rán al­ber­ga­dos en la Ca­sa Ho­gar de To­lu­ca, don­de se­rán eva­lua­dos mé­di­ca y psi­co­ló­gi­ca­men­te. Per­ma­ne­ce­rán ba­jo cus­to­dia de la ins­ti­tu­ción has­ta que se de­fi­na el pro­ce­so le­gal y ade­lan­tó que los ni­ños po­drían ser da­dos en adop­ción.

A su vez, el doc­tor Ar­man­do Ahued, se­cre­ta­rio de Sa­lud del Dis­tri­to Fe­de­ral, vi­si­tó tam­bién al pe­que­ño, a quien re­por­tó co­mo es­ta­ble pe­ro de­li­ca­do. In­di­có que el pro­nós­ti­co del ni­ño es fa­vo­ra­ble, pe­ro ad­vir­tió que no vol­ve­rá nun­ca a ver.

Al se­ña­lar que Fer­nan­do po­dría ser da­do de al­ta en sie­te días más, apro­xi­ma­da­men­te, el doc­tor Ahued ex­pli­có que el ni­ño, la­men­ta­ble­men­te no vol­ve­rá a ver, de­bi­do a que los glo­bos ocu­la­res le fue­ron ex­traí­dos en su to­ta­li­dad, y en el ca­so del ór­ga­no vi­sual, só­lo es po­si­ble tras­plan­tar la cór­nea, que en es­te ca­so no apli­ca, de­bi­do a que no hay ner­vios ni glo­bo ocu­lar.

Ahued in­di­có que el ni­ño se en­cuen­tra es­ta­ble y no es­tá cons­cien­te de la le­sión; po­dría ser da­do de al­ta en sie­te días. In­for­mó que fue aten­di­do pri­me­ro en el Hos­pi­tal Pe­diá­tri­co de Ta­cu­ba­ya, don­de le rea­li­za­ron una lim­pie­za del área ocu­lar y se per­ca­ta­ron que te­nía una fu­ga de lí­qui­do ce­fa­lo­rra­quí­deo, por lo que fue tras­la­da­do al Hos­pi­tal In­fan­til de Le­ga­ria, don­de fue in­ter­ve­ni­do la ma­ñá­na de ayer.

Por su par­te, el se­cre­ta­rio de Sa­lud del Es­ta­do de Mé­xi­co, Ga­briel O'S­hea Cue­vas, co­men­tó que el ni­ño, de 5 años, quien fue­ra víc­ti­ma de su ma­dre al ser­le arran­ca­dos los glo­bos ocu­la­res en un ri­tual sa­tá­ni­co fue so­me­ti­do a ci­ru­gía pa­ra ter­mi­nar la enu­clea­ción.

Ex­pli­có que es­te es un pro­ce­di­mien­to en el cual te­ne­mos que ha­cer un va­cia­mien­to del glo­bo ocu­lar pa­ra com­ple­tar­lo, una vez com­ple­ta­do no­ta­mos que tie­ne una fís­tu­la del la­do de­re­cho con sa­li­da de lí­qui­do ce­fa­lo­rra­quí­deo y es­to es de­li­ca­do.

El fun­cio­na­rio es­ta­tal se­ña­ló que no hay po­si­bi­li­da­des de que el ni­ño re­cu­pe­re la vis­ta, ya no tie­ne glo­bos ocu­la­res, la ca­vi­dad que­da va­cía sin la pre­sen­cia de glo­bo ocu­lar, no exis­ten tras­plan­tes de ojos, ni res­tau­ra­ción del ner­vio óp­ti­co, lo úni­co que se tras­plan­ta en el ojo es la cor­nea, pe­ro aquí ya no hay nin­gu­na po­si­bi­li­dad por­que ya no exis­te glo­bo ocu­lar.

Ase­gu­ró que el es­ta­do de sa­lud del ni­ño es es­ta­ble, de­li­ca­do pe­ro es­ta­ble, yo es­pe­ro que no se com­pli­que, así me lo ha se­ña­la­do el di­rec­tor del Hos­pi­tal Le­ga­ria, pe­ro bue­no, sí de­bo se­ña­lar que he­mos re­ci­bi­do to­do el apo­yo por par­te del Dis­tri­to Fe­de­ral, el doc­tor Ar­man­do Ahued nos ha aten­di­do y brin­da­do el apo­yo.

Las au­to­ri­da­des de sa­lud, tan­to del Dis­tri­to Fe­de­ral, co­mo del Es­ta­do de Mé­xi­co in­for­ma­ron que el ni­ño se­gui­rá in­ter­na­do en el Hos­pi­tal de Le­ga­ria y con­ti­nua­rá ahí has­ta que es­té es­ta­ble y se pue­da tras­la­dar.
29 de mayo de 2012


Es­pe­cia­lis­tas en el com­por­ta­mien­to hu­ma­no, ase­gu­ran que el de­sor­den o ti­ra­de­ro que tie­nen en el pa­tio de su ca­sa la fa­mi­lia que par­ti­ci­pó en la ex­tir­pa­ción de los ojos de un ni­ño, en el mu­ni­ci­pio de Ciu­dad Ne­za­hual­có­yotl, "es el es­pe­jo de que tie­nen atro­fia­das las ideas y son fá­ci­les de de­jar­se in­fluir".

Ru­bén Ló­pez, ex­per­to psi­có­lo­go, es­pe­cia­lis­ta en ana­li­zar men­tes cri­mi­na­les, ase­ve­ró que uno de los com­por­ta­mien­tos que tie­nen es­te ti­po de gen­te y el más co­mún, "es no te­ner la in­ten­ción de po­ner or­den en su me­dio am­bien­te, es de­cir, en ca­sa, ca­rros, pe­ro que sin em­bar­go son cui­da­do­sos en su per­so­na y su com­por­ta­mien­to con sus se­me­jan­tes an­te los de­más".

Sue­len ser afec­ti­vos mien­tras al­guien los es­tá vien­do, pe­ro sal­va­jes y has­ta cri­mi­na­les con sus se­res que­ri­dos cuan­do es­tán a so­las.

El ex­per­to ex­pli­có que la mi­ra­da fi­ja de Car­men, ma­dre de Fer­nan­di­to, con­tie­ne to­dos los sín­to­mas de al­guien que no es­tá arre­pen­ti­da.

Pe­ro que sin em­bar­go, de­bi­do a su de­bi­li­dad de de­jar­se in­fluir, es­tá en pe­li­gro de que ella mis­ma pue­da aten­tar con­tra su per­so­na.

"Es de­cir se con­ven­ce muy fá­cil­men­te a sí mis­ma, su men­te ma­ni­pu­la con fa­ci­li­dad sus sen­ti­mien­tos por lo que son pe­li­gro­sos pa­ra quie­nes lo ro­dean y pa­ra ella mis­ma", ase­ve­ró.

La ba­su­ra que es­tá aún en el pa­tio de la ca­sa, ubi­ca­da en la Co­lo­nia San Agus­tín y que por años ha es­ta­do ahí, sin que nin­gún in­te­gran­te de la fa­mi­lia hi­cie­ra al­go pa­ra de­sa­lo­jar­la, es el si­nó­ni­mo de que no les im­por­ta su en­tor­no y con eso, la opi­nión de la gen­te.

Las co­ro­nas flo­ra­les que tie­nen más de dos años col­ga­das en la fa­cha­da, apun­tan que por mo­men­tos, "son se­res que quie­ren de­te­ner el tiem­po y te­men de lo que pue­da pa­sar".

Es pro­ba­ble, di­jo el psi­có­lo­go Ru­bén, "a la ho­ra del tran­ce, sus men­tes tu­vie­ron más mie­do del cas­ti­go que pu­die­ran re­ci­bir de par­te de los se­res que ado­ra­ban que del fin del mun­do, y el que el ni­ño abrie­ra in­cons­cien­te­men­te los ojos, fue co­mo un de­sa­fío pa­ra quien creen sus vi­das les per­te­ne­ce, es pro­ba­ble que la men­te ga­nó al sen­ti­mien­to, por eso le des­pren­dió los ojos a su hi­jo sin arre­pen­ti­mien­to", ex­pli­có Ló­pez.
 

domingo, 29 de abril de 2012

juicio vs breivik

Heridos en atentado reconstruyen hechos.

27 de abril de 2012

OS­LO, No­rue­ga, 27 de abril (OEM-Reu­ters).- Un ser­vi­dor pú­bli­co no­rue­go, al que le tu­vie­ron que am­pu­tar una pier­na tras ser al­can­za­do por una bom­ba, co­lo­ca­da por el fa­ná­ti­co de ul­tra­de­re­cha An­ders Beh­ring Brei­vik, ha­bló hoy en una cor­te so­bre el mo­men­to en que su vi­da cam­bió pa­ra siem­pre.

"Re­pen­ti­na­men­te, al­go me im­pac­tó, una ola de pre­sión muy fuer­te que me le­van­ta y me lan­za le­jos", co­men­tó To­re Raa­sok, un tra­ba­ja­dor de 56 años del Mi­nis­te­rio de Trans­por­te, a los jue­ces que juz­gan a Brei­vik por el ase­si­na­to de 77 per­so­nas a san­gre fría, el ve­ra­no bo­real pa­sa­do.

Raa­sok es uno de los ocho so­bre­vi­vien­tes de la bom­ba que co­lo­có Brei­vik el 22 de ju­lio del 2011, en ofi­ci­nas del go­bier­no que se pre­sen­ta­rían co­mo tes­ti­gos en el jui­cio hoy pa­ra des­cri­bir el efec­to de los crí­me­nes del ata­can­te en sus vi­das.

Los so­bre­vi­vien­tes de otra atro­ci­dad de Brei­vik -un ti­ro­teo en un cam­pa­men­to de ve­ra­no del Par­ti­do La­bo­ris­ta- com­pa­re­ce­rán en la cor­te en una fe­cha pos­te­rior.

"Las co­sas han es­ta­do bas­tan­te bien con mis ojos", co­men­tó el ser­vi­dor pú­bli­co con an­teo­jos, mien­tras Brei­vik mi­ra­ba aten­ta­men­te a po­cos me­tros. "Veo tan mal co­mo an­tes del even­to", agre­gó con hu­mor ne­gro.

"To­do es­to es muy di­fí­cil de es­cu­char. Pe­ro es­tos ca­sos son par­te de la acu­sa­ción, de mo­do que las víc­ti­mas tie­nen que arro­jar luz so­bre las con­se­cuen­cias de lo que pa­só", di­jo el fis­cal Svein Hol­den.

Brei­vik, de 33 años, es acu­sa­do de te­rro­ris­mo y ase­si­na­to por de­to­nar una bom­ba que ma­tó a ocho per­so­nas e hi­rió a más de 200 y por ma­tar a ti­ros más tar­de a 69 per­so­nas en el cam­pa­men­to del Par­ti­do La­bo­ris­ta, la ma­yo­ría de ellos en­tre 14 y 19 años.

El im­pu­ta­do ha ad­mi­ti­do ha­ber si­do el au­tor de los ase­si­na­tos, pe­ro ha ne­ga­do te­ner al­gu­na res­pon­sa­bi­li­dad cri­mi­nal, in­sis­tien­do en que las víc­ti­mas eran "trai­do­res" de iz­quier­da, cu­yo su­pues­to apo­yo po­lí­ti­co a la in­mi­gra­ción es­ta­ba ayu­dan­do a des­truir la cul­tu­ra eu­ro­pea.

Kris­tian Ras­mus­sen, otra víc­ti­ma de la bom­ba, di­jo a la cor­te que se en­con­tra­ba es­cri­bien­do un co­rreo elec­tró­ni­co en su ofi­ci­na en el Mi­nis­te­rio de Ener­gía cuan­do "to­do se vol­vió ne­gro".

"Es­tu­ve en co­ma por al­re­de­dor de 12 días y ha­bía mu­cha in­cer­ti­dum­bre res­pec­to a si yo so­bre­vi­vi­ría", re­cor­dó el hom­bre de 31 años, quien es­tu­vo hos­pi­ta­li­za­do ca­si dos me­ses.

Fue­ra de la cor­te, mi­les de ro­sas aún ya­cían en el sue­lo des­pués de que fue­ron de­po­si­ta­das por más de 40,000 per­so­nas que se reu­nie­ron ayer pa­ra can­tar una can­ción de­nos­ta­da por Brei­vik, en una ma­ni­fes­ta­ción que sus or­ga­ni­za­do­res di­je­ron que apun­ta­ba a apo­yar a las víc­ti­mas y mos­trar al pis­to­le­ro que no ha­bía que­bra­do a la to­le­ran­te so­cie­dad no­rue­ga.

INFANTICIDIO MÚLTIPLE EN TABASCO.

MATAN A 4 NIÑOS!
Salieron a la escuela, pero no llegaron y padres los buscaron intensamente; hallaron cuerpos en rancho.

27 de abril de 2012

TA­CO­TAL­PA, Tab., 27 de abril (OEM).- Lue­go de cua­tro días de bús­que­da de cua­tro pe­que­ños in­dí­ge­nas, és­tos fi­nal­men­te fue­ron ha­lla­dos, sin vi­da, se­pul­ta­dos clan­des­ti­na­men­te lue­go de que pre­sun­ta­men­te fue­ran es­tran­gu­la­dos.

Los cuer­pe­ci­tos de los cua­tro ni­ños, tres de es­tos her­ma­ni­tos, es­ta­ban ata­dos de las ma­nos, y pre­sun­ta­men­te, pre­sen­ta­ban hue­llas por gol­pes.

De mo­men­to, se co­men­tó que los ni­ños no ha­bían si­do so­me­ti­dos a in­ter­ven­cio­nes qui­rúr­gi­cas, o bien di­cho, de ha­ber­les si­do ex­traí­do ór­ga­nos vi­ta­les de sus cuer­pe­ci­tos; "es­ta­ban en­te­ros", co­men­tó un po­li­cía mi­nis­te­rial que par­ti­ci­pó en la ex­hu­ma­ción de los ca­dá­ve­res.

Fue­ron los pa­dres de los ni­ños quie­nes con­fir­ma­ron eran sus se­res que­ri­dos las víc­ti­mas, lue­go que se die­ran ci­ta en el ran­cho Le­che y Miel, pro­pie­dad del ga­na­de­ro Al­va­ro So­lís Or­dó­ñez, en­cla­va­do a tres ki­ló­me­tros de la Vi­lla Ta­pi­ju­la­pa, de don­de eran ori­gi­na­rios y ve­ci­nos los pe­que­ños, y que fue don­de clan­des­ti­na­men­te fue­ron se­pul­ta­dos.

Los pe­que­ños fue­ron iden­ti­fi­ca­dos co­mo los her­ma­ni­tos, Blan­ca Ele­na, Gus­ta­vo Adol­fo y Je­sús Al­ber­to de ape­lli­dos Gu­tié­rrez Al­va­rez de 7, 8 y 9 años de edad, ade­más del pe­que­ño de nue­ve años, Sa­muel Váz­quez Gó­mez.

La ver­sión ren­di­da por Pau­li­no Váz­quez Mar­tí­nez y su es­po­sa, Ani­ta Gó­mez Pé­rez, así co­mo del ma­tri­mo­nio for­ma­do por Te­re­sa Al­va­rez y Gus­ta­vo Gu­tié­rrez Al­va­rez, pre­ci­san que con opor­tu­ni­dad de­nun­cia­ron la de­sa­pa­ri­ción de sus hi­jos, pe­ro que ja­más tu­vie­ron el mal pen­sa­mien­to de que fue­ran cruel­men­te ase­si­na­dos.

El pa­sa­do lu­nes 23 de los co­rrien­tes a eso de las ocho de la ma­ña­na, los cua­tro ni­ños, aban­do­nan sus do­mi­ci­lios con di­rec­ción a la Es­cue­la Pri­ma­ria Ra­fael Do­mín­guez. Los pa­dres, co­mien­zan a preo­cu­par­se, des­pués que la una de la tar­de al ver que és­tos no re­tor­nan a ca­sa.

Acu­den al cen­tro edu­ca­ti­vo en don­de los pro­fe­so­res re­por­tan que no lle­ga­ron a cla­ses, y co­mien­za la bús­que­da. Una ve­ci­na, es quien di­ce que vio al gru­pi­to de pe­que­ños que ca­mi­na­ba por el cam­po de­por­ti­vo pe­ro no to­mó im­por­tan­cia.

Los ni­ños, no apa­re­cen ese día y la bús­que­da se ex­tien­de y se da par­te a ve­ci­nos que en un mo­men­to, preo­cu­pa­dos se so­li­da­ri­zan. La au­to­ri­dad lo­cal to­ma co­no­ci­mien­to de los he­chos y los afli­gi­dos pa­dres, pro­ce­den a la de­nun­cia for­mal an­te el agen­te del mi­nis­te­rio pú­bli­co, que abre el res­pec­ti­vo ex­pe­dien­te por la de­sa­pa­ri­ción de los me­no­res. El da­to im­por­tan­te que apor­tan los pa­dres de los ni­ños, es que unas per­so­nas, días an­tes, ha­bían he­cho to­mas fo­to­grá­fi­cas a los ni­ños y que les ha­bían re­ga­la­do unos pe­sos, fue to­do.

Gru­pos es­pe­cia­les de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial, rea­li­zan ope­ra­ti­vos en la zo­na, aun­que se des­co­no­ce si tie­nen ya po­si­bles sos­pe­cho­sos. Se aguar­da que en las pró­xi­mas ho­ras, la ins­ti­tu­ción de jus­ti­cia in­for­me a de­ta­lle de lo acon­te­ci­do.

HA­BLAN GRA­NIER Y

PGJ SO­BRE EL CA­SO

 El go­ber­na­dor de Ta­bas­co, An­drés Gra­nier Me­lo, se­ña­ló que ha­brá to­do el pe­so de la ley pa­ra quie­nes ase­si­na­ron a los 4 ni­ños en el mu­ni­ci­pio de Ta­co­tal­pa.

Al afir­mar que no da­ría de­ta­lles por­que ha­bría una se­sión in­for­ma­ti­va, el man­da­ta­rio de­jó de ma­ni­fes­tó su re­pu­dio to­tal a es­tos he­chos la­men­ta­bles, por lo que se apli­ca­rá to­do el pe­so de la ley a quie­nes re­sul­ten res­pon­sa­bles de es­tos he­chos.

En una bre­ve en­tre­vis­ta, al con­cluir la inau­gu­ra­ción del pa­be­llón del Cen­tro, mu­ni­ci­pio an­fi­trión, de la Ex­po Ta­bas­co 2012 ¡Vi­ve el Edén!, sos­tu­vo que per­so­nal­men­te es­ta­rá re­vi­san­do los da­tos que arro­jen las in­da­ga­to­rias.

An­te los co­bar­des ac­tos sá­di­cos y cri­mi­na­les per­pe­tra­dos por des­co­no­ci­dos con­tra un gru­po de pe­que­ños oriun­dos de Ta­co­tal­pa, Ta­bas­co, el Pro­cu­ra­dor de Jus­ti­cia, Gre­go­rio Ro­me­ro Te­quex­tle, hi­zo apre­cia­cio­nes en tor­no a los he­chos y des­min­tió ca­te­gó­ri­ca­men­te, que a los ni­ños les ha­yan ex­traí­do ór­ga­nos de sus cuer­pos.

Aacla­ró que la muer­te de los ni­ños­ fue la ano­xia por so­fo­ca­ción, de­bi­do a que to­dos fue­ron ven­da­dos con cin­ta ca­ne­la en la ca­be­za.

y que su muer­te pu­do ha­ber si­do des­de el mo­men­to mis­mo en que fue­ron rap­ta­dos.
Dan último adiós a los niños en Tabasco


28 de abril de 2012

TA­CO­TAL­PA, Tab., 28 de abril.- En­tre lá­gri­mas, des­con­sue­lo y mues­tras de afec­to a los do­lien­tes, ayer por la ma­ña­na fa­mi­lia­res, ve­ci­nos y ami­gos de la es­cue­la die­ron el úl­ti­mo adiós a los cua­tro ni­ños bes­tial­men­te ase­si­na­dos y en­te­rra­dos en un ran­cho de es­ta de­mar­ca­ción.

Las cam­pa­nas de la igle­sia de San­tia­go Após­tol re­pi­ca­ron a las cua­tro de la ma­ña­na lla­man­do a la co­mu­ni­dad a par­ti­ci­par de la mi­sa de cuer­po pre­sen­te de los ma­lo­gra­dos Blan­ca Ele­na, Gus­ta­vo Adol­fo y Je­sús Al­ber­to de ape­lli­dos Gu­tié­rrez Al­va­rez y Sa­muel Váz­quez Gó­mez.

Al­re­de­dor de las 6:00 de la ma­ña­na, los cuer­pos fue­ron tras­la­da­dos al ce­men­te­rio si­tua­do en la par­te pos­te­rior del tem­plo pa­ra dar­les cris­tia­na se­pul­tu­ra, don­de los deu­dos sa­ca­ron to­do el sen­ti­mien­to con­te­ni­do y es­ta­lla­ron en llan­to, mien­tras pa­rien­tes y de­-

más gen­te pre­sen­te les acom­pa­ña­ron en es­te mo­men­to de in­men­sa pe­na por la irre­pa­ra­ble pér­di­da.

Sa­muel y Je­sús Al­ber­to eran com­pa­ñe­ros de gru­po en la Es­cue­la Pri­ma­ria Ra­fael Do­mín­guez, in­clu­so se iban jun­tos pa­ra lle­gar a cla­ses re­co­rrien­do va­rios ki­ló­me­tros des­de Vi­lla Luz has­ta Ta­pi­ju­la­pa; ex­tra­ña­men­te la vi­da qui­so que con­ti­nua­ran jun­tos el ca­mi­no ha­cia la eter­ni­dad, pues­to que sus res­tos re­po­sa­rán en com­par­ti­men­tos se­pa­ra­dos, pe­ro en la mis­ma bó­ve­da.

En tan­to que Blan­ca Ele­na y su her­ma­no Gus­ta­vo Adol­fo, tam­bién des­can­san jun­tos en otro se­pul­cro del pan­teón.

De­bie­ron ser en­te­rra­dos muy tem­pra­no, de­bi­do a que se en­con­tra­ban en avan­za­do es­ta­do de pu­tre­fac­ción, pues no hay que ol­vi­dar que lle­va­ban más de tres días de­sa­pa­re­ci­do has­ta que fi­nal­men­te fue­ron en­con­tra­dos el pa­sa­do vier­nes en­te­rra­dos en los po­tre­ros de un ran­cho cer­ca­no de nom­bre Le­che y Miel.

No obs­tan­te el pe­sar de ha­ber per­di­do a sus tres hi­jos, Te­re­sa Al­va­rez Pé­rez y Gus­ta­vo Gu­tié­rrez -de re­li­gión ca­tó­li­ca-, se mos­tra­ron se­re­nos al se­ña­lar que "no hay más jus­ti­cia que la jus­ti­cia di­vi­na", ade­más, to­do lo que se pue­da ha­cer aho­ra no vol­ve­rá a la vi­da a los me­no­res.

Por su par­te, el ma­tri­mo­nio con­for­ma­do por Ana Gó­mez Pé­rez y Pau­li­no Váz­quez Mar­tí­nez, cu­yo úni­co con­sue­lo en es­te di­fí­cil tran­ce es su hi­ja Ana Pau­li­na, de cua­tro años, tras la muer­te de su va­ron­ci­to, Sa­muel, exi­gie­ron a las au­to­ri­da­des que con­ti­núen las in­ves­ti­ga­cio­nes has­ta el es­cla­re­ci­mien­to del múl­ti­ple ho­mi­ci­dio.
el pue­blo es­ta de lu­to
La re­gión de la sie­rra es­tá de lu­to. Un com­ple­to ai­re de in­dig­na­ción y tris­te­za se res­pi­ra en to­da la zo­na con­for­ma­da por Ta­pi­ju­la­pa, Vi­lla Luz y Sa­ba­ni­lla, des­pués del la­men­ta­ble cri­men co­me­ti­do en la per­so­na de los cua­tro alum­nos de la Es­cue­la Pri­ma­ria Ra­fael Do­mín­guez.

Uni­da­des de la Po­li­cía Mi­nis­te­rial, así co­mo de Se­gu­ri­dad Pú­bli­ca mu­ni­ci­pal, rea­li­zan re­co­rri­dos de vi­gi­lan­cia por las ca­lles se­mi­va­cías de es­ta vi­lla y sus al­re­de­do­res, a raíz del de­tes­ta­ble acon­te­ci­mien­to.

Y es que a par­tir de los he­chos mu­chas fa­mi­lias exi­gie­ron ma­yor se­gu­ri­dad an­te el te­mor de que es­ta si­tua­ción se re­pi­ta, tan es así que mu­chos lle­van y traen a sus hi­jos de la es­cue­la o los acom­pa-ñan a cual­quier par­te si ne­ce­si­tan sa­lir de la ca­sa.

Co­mo mues­tra de so­li­da­ri­dad pa­ra con los deu­dos, un mo­ño ne­gro en se­ñal de lu­to per­ma­ne­ce col­ga­do en la en­tra­da prin­ci­pal de la vi­lla y a un cos­ta­do una fra­se en car­tu­li­na que a la le­tra di­ce: ¡Dios mío!, que­re­mos gra­cia y ver­dad, jus­ti­cia y paz. Que de la tie­rra bro­te la ver­dad y del cie­lo se aso­me la jus­ti­cia.

En tan­to, a las puer­tas de la igle­sia de San­tia­go Após­tol, se al­za un pe­que­ño al­tar con ca­rac­te­rís­ti­cas si­mi­la­res, eri­gi­do en ho­nor a los fa­lle­ci­dos, con las fo­to­gra­fías y nom­bre al cal­ce de ca­da uno de ellos. Y en se­ñal de to­tal re­cha­zo a tal atro­ci­dad, par­te de la fra­se que en al­gún mo­men­to ex­pre­sa­ra Je­su­cris­to pa­ra di­ri­gir­se a los pe­que­ños: "de los ni­ños es el rei­no de los cie­los".
fue­ron as­fi­xia­dos

Los cua­tro ni­ños que fue­ron en­con­tra­dos muer­tos el pa­sa­do vier­nes en dos fo­sas clan­des­ti­nas de Ta­bas­co, su­res­te de Mé­xi­co, fa­lle­cie­ron so­fo­ca­dos, in­for­mó hoy la Pro­cu­ra­du­ría es­ta­tal.

El or­ga­nis­mo de­ta­lló que los cuer­pos fue­ron tras­la­da­dos a Vi­lla­her­mo­sa, ca­pi­tal de Ta­bas­co, don­de se rea­li­za­ron las ne­crop­sias.

Los exá­me­nes re­ve­la­ron que los ca­dá­ve­res es­ta­ban com­ple­tos, con lo que se des­car­ta­ron las ver­sio­nes que cir­cu­la­ron la vís­pe­ra en me­dios lo­ca­les en el sen­ti­do de que les ha­bían si­do re­mo­vi­dos al­gu­nos ór­ga­nos.

Asi­mis­mo se de­ter­mi­nó que la cau­sa de muer­te en los cua­tro ca­sos fue la ano­xia (fal­ta ca­si to­tal de oxí­ge­no en la san­gre o en te­ji­dos cor­po­ra­les) pro­vo­ca­da por so­fo­ca­ción. La de­pen­den­cia pre­ci­só que la ca­ra de los ni­ños es­ta­ba cu­bier­ta por cin­ta ad­he­si­va, lo cual pro­du­jo la so­fo­ca­ción.

La Pro­cu­ra­du­ría in­di­có que es­tá re­ca­ban­do las de­cla­ra­cio­nes de las ma­dres de las víc­ti­mas, así co­mo del en­car­ga­do y los tra­ba­ja­do­res del ran­cho.

Aña­dió que es­pe­ra te­ner re­sul­ta­dos pron­to "a fin de po­ner al pro­ba­ble o a los pro­ba­bles res­pon­sa­bles a dis­po­si­ción de un juez, pa­ra que se les cas­ti­gue con el de­bi­do ri­gor que es­ta­ble­ce la ley".

Fuen­tes de la de­pen­den­cia con­sul­ta­das in­di­ca­ron que se es­tán con­si­de­ran­do di­ver­sas hi­pó­te­sis, que se abs­tu­vie­ron de pre­ci­sar pa­ra no in­ter­fe­rir con las pes­qui­sas.