sábado, 29 de mayo de 2010

CRIMINOLOGO:ASESINO EN SERIE.

Detienen a "Jack el destripador" moderno




29 de mayo de 2010





LON­DRES (AP) - Un es­tu­dian­te de cri­mi­no­lo­gía fue acu­sa­do hoy de ser un ase­si­no.



Step­hen Grif­fiths com­pa­re­ció an­te la jus­ti­cia, acu­sa­do de ma­tar a tres pros­ti­tu­tas en el nor­te de In­gla­te­rra.



En un ca­so cu­yos de­ta­lles han des­con­cer­ta­do a la na­ción, Grif­fiths es acu­sa­do de ma­tar a las tres mu­je­res que de­sa­pa­re­cie­ron en Brad­ford, a unos 320 ki­ló­me­tros (200 mi­llas) al nor­te de Lon­dres. El acu­sa­do de 40 años es­tu­dia­ba ho­mi­ci­dios en el si­glo XIX en la uni­ver­si­dad lo­cal cuan­do fue arres­ta­do.



Cuan­do se le pi­dió que die­se su nom­bre en el tri­bu­nal, Grif­fiths se li­mi­tó a res­pon­der "el ca­ní­bal de la ba­lles­ta". Los ta­bloi­des bri­tá­ni­cos, que han de­di­ca­do pri­me­ras pla­nas al ca­so, su­gi­rie­ron que Grif­fiths usó una ba­lles­ta pa­ra ma­tar a una de sus víc­ti­mas.



Y cuan­do le pre­gun­ta­ron su do­mi­ci­lio, res­pon­dió: "Eh... aquí, su­pon­go".



Fa­mi­lia­res de al­gu­nas de las víc­ti­mas so­llo­za­ron mien­tras se es­for­za­ban por ver al acu­sa­do tras una ba­rre­ra de vi­drio en la pri­me­ra de las dos au­dien­cias. Grif­fiths, con ca­mi­sa ne­gra y va­que­ros os­cu­ros, pa­re­ció im­pa­si­ble mi­ran­do si­len­cio­sa­men­te al pi­so.



Grif­fiths in­gre­só en la Uni­ver­si­dad Brad­ford en 2004 co­mo es­tu­dian­te de doc­to­ra­do en his­to­ria lo­cal. Se di­ce que su in­ves­ti­ga­ción com­pa­ra­ba los mé­to­dos po­li­cia­les mo­der­nos con los de los de­tec­ti­ves del si­glo XIX, re­por­tó el "Ti­mes".



La po­li­cía di­jo que se ha­lla­ron el mar­tes res­tos cor­po­ra­les de una de las víc­ti­mas, Su­zan­ne Bla­mi­res, de 36 años, en un río cer­ca­no. La úl­ti­ma vez que la vie­ron con vi­da fue el vier­nes pa­sa­do. Las otras dos de­sa­pa­re­cie­ron en Brad­ford: She­lley Ar­mi­ta­ge, de 31 años, de­sa­pa­re­ció en abril, y a Su­san Rush­worth, de 43, no se le ha vis­to des­de ju­nio pa­sa­do

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