domingo, 22 de agosto de 2010

EXORCISMO Y PSIQUIATRÍA.

exorcismo ¿Un coadyuvante para curar la enfermedad?
22 de agosto de 2010

Ciudad de México.- Si usted está comiendo tranquilo y de pronto su acompañante dice que escucha voces o sin causa aparente cambia su personalidad de un minuto a otro y se vuelve intolerante y agresivo. ¡No se asuste! ¡No está frente a una posesión demoniaca! Es un síntoma de epilepsia, pero el paciente, de no recurrir a "limpias" o "exorcismos", tiene la oportunidad de recobrar su salud.



El doctor Francisco Shimasaki Martínez, especialista en el Hospital Psiquiátrico "Fray Bernardino Álvarez", indicó que el 50 por ciento aproximadamente de los pacientes que acuden a consulta o están en hospitalización padecen esta enfermedad.



En antaño y actualmente en algunas regiones del país, explicó, esta enfermedad junto con la esquizofrenia (enfermedad mental grave que presenta alteraciones como las alucinaciones, ideas extrañas, aislamiento, cambios importantes de personalidad), eran consideradas como posesiones demoníacas. Se calcula que este padecimiento se presenta en el uno por ciento de los mexicanos -un millón de personas.



En esta lista también se encuentra la depresión grave, las personas que la padecen presentan síntomas como tristeza, angustia, dificultad para concentrase, fatiga, problemas para dormir, además de pensar en la muerte e incluso realizar actos suicidas.



* Ochenta mil pesos por sacarte el demonio



El doctor Francisco Shimasaki Martínez señaló que hoy en día algunas personas con falta de conocimiento confunden estas enfermedades mentales con la presencia de fenómenos sobrenaturales. "Lo hemos visto en algunos de los pacientes que vienen a consulta, antes habían acudido con curanderos o brujos para realizarse 'limpias' y nos dejan al final en la lista de con quién asistir", explicó.



Describió que en uno de sus casos, los familiares de un paciente recurrieron con personas que les cobraron 80 mil pesos para que su hijo "esté bien". Cuando en realidad, indicó, sólo tenía esquizofrenia. Pero se valieron de la buena intención y la inocencia de estas personas.



"En algunas partes de la provincia se sigue pensando que existen enfermedades como el susto o el mal de ojo, originadas por mala intención de otra persona. La gente recurre a la medicina tradicional y a remedios mágicos. Nosotros les decimos: tómese su tecito, pero también la medicina. ¿De acuerdo?, váyase a hacer su limpia, pero me viene a consulta. Vemos, que tener fe, creer en esa alternativa les ayuda a las personas. Lo utilizamos como algo que pueden coadyuvar", expuso.



Advirtió que si el paciente acude primero con un curandero o con alguien que le haga limpias, eso puede retrasar su recuperación y hacer que desarrolle síntomas que después sean más difíciles de tratar.



Recalcó que sólo recibiendo un diagnóstico oportuno y un buen tratamiento se tiene una oportunidad de mejoría de los pacientes. "Culturalmente la gente no decide ir al psiquiatra por el estigma y la etiqueta que se adquiere. En el caso de la depresión es muy difícil de aceptar por los hombres, porque se piensa que la depresión es sólo para mujeres, que le pasa a gente débil, o porque que no tienen carácter o no carecen de inteligencia. Se sabe que cuando acuden a recibir atención, en forma temprana, los trastornos se recuperan en un 80 a 90 por ciento", expuso.



* Psiquiatras y exorcismo



En algunos casos, en los tratamientos psiquiátricos se han tenido que recurrir a montajes de exorcismo. A este concepto, refiere el doctor Shimasaki Martínez, se le conoce como seudoposesión, en el cual la persona afirma que sus acciones y sus pensamientos están influidos por una entidad.



El tratamiento consiste en hacerle creer que se le está haciendo un exorcismo. Se consigue a alguien que haga la parafernalia: viene vestido de sacerdote, trae agua, ostias y hacen rezos. Es una manera de sugestión. Sí en psiquiatría se ha utilizado.



"¡La sugestión es formidable! El poder de la mente es maravilloso y utilizado a favor es bueno. Si yo le digo a alguien que lo están embrujando, se sugestiona y él actúa como embrujado. Hay gente que le va muy mal por la sugestión", dijo.



En medicina, precisó, se conoce como efecto placebo. Yo le puedo dar a una persona una sustancia sin efecto alguno y decirle que es el mejor medicamento que existe: la gente experimentara cambios y un beneficio. El 30 por ciento de las personas se curan muchos síntomas por el efecto placebo.



Recordó que un sacerdote, con quien lleva buena amistad, le narró que seguido le llevan gente poseída, a los cuales ayudaba haciéndoles creer que les practicaba un exorcismo, además de convencerles que recibieran una valoración médica.



* Las enfermedades y sus causas



Explicó que la epilepsia tiene como origen un problema neurológico, aparece de manera abrupta en los casos graves con crisis convulsivas y en casos leves con cambios de personalidad, alucinaciones visuales, auditivas, corporales, la gente afirma que la están espantando, que le están mandando mensajes, escucha voces o experimenta sensaciones corporales como posesión.



Sus causas son multifactoriales: principalmente son por herencia, consumo de alcohol, uso de solventes, por parásitos, tumores, hipoxia neonatal, traumatismos craneoencefálicos o malformaciones congénitas.



En la esquizofrenia las personas tendrán alteraciones igual de los sentidos: pueden ver y oír cosas. Eso se conoce como alucinaciones. También puede tener las ideas, tienen que cumplir una misión en el mundo, de que Dios les está hablando y tienen que salir a predicar la palabra de Dios. O al contrario que son poseídos por una entidad maligna y que tienen un cometido distinto.



Indicó que la esquizofrenia se ha modificado gracias a los tratamientos psiquiátricos y farmacológicos que existen. Anteriormente para la esquizofrenia no habría mucho que ofrecer.



En estos casos, enfatizó, sólo era la observación y el aislamiento de las personas. El deterioro llegaba a tal grado que asemejaba un cuadro de demencia. Tenían un comportamiento extraño, muy bizarro, era difícil socializar con ellos. No entendían el mundo como lo vemos nosotros. Esto se le atribuía a la presencia de alguna entidad maligna.



Otras culturas, agregó, también hablaban de la aparición de esta enfermedad debido a las acciones en otra vida. Si yo hice algo malo en esta vida, tendría alguna alteración. Esto se puede ver en algunas culturas, en los hallazgos que se han hecho se han encontrado cráneos trepanados -es la apertura del cráneo.



"Ellos tenían la idea que al abrir el cráneo, iba a salir el espíritu maligno, por eso algunos restos tenían cráneos trepanados. Se creían en ese tiempo que las enfermedades mentales eran la posesión de una entidad", ilustró.



En el caso de la melancolía, actualmente conocida como la depresión grave, es una enfermedad que ha avanzado tanto que al grado tal que la persona carece de toda voluntad, deja de comer, se abandona, no se baña, no se cuida.



En antaño, ejemplificó, si un hombre estaba enamorado de una mujer y ella no hacía caso a sus peticiones, entonces él entraba en un cuadro depresivo. El, entonces, decía que la mujer le había alterado el alma y le atribuían acusaciones de hechicería o de brujería. "Decía: me embrujó porque yo al conocerla he renunciado todo, ya no tengo contacto con mi familia, sólo pienso en ella. Por eso se le podía hacer ese tipo de alusiones", indicó.
Lo mató un rayo mientras jugaba fotbol en Tlalpan.

Un fut­bo­lis­ta lla­ne­ro de 40 años de edad, mu­rió de ma­ne­ra ins­tan­tá­nea al ser al­can­za­do por un ra­yo, en ple­no cam­po de jue­go; la víc­ti­ma pre­sen­ta­ba que­ma­du­ras de ter­cer gra­do en to­do su cuer­po a cau­sa del ar­co eléc­tri­co de va­rios mi­les de vol­tios que cru­za­ron su Hu­ma­ni­dad
Los he­chos tu­vie­ron lu­gar al fi­lo de las 18:30 ho­ras, en el cam­po de fut­bol ubi­ca­do en el De­por­ti­vo Vi­van­co, de la De­le­ga­ción Tlal­pán, el cual es­tá si­tua­do en el cru­ce de las ca­lles Vi­van­co y Mo­ne­da, en la Co­lo­nia Cen­tro de­Tlal­pan.

Se tra­ta de Al­fon­so Go­dí­nez, de 40 años de edad, el cual dis­pu­ta­ba con su equi­po un en­cuen­tro de fut­bol lla­ne­ro, ba­jo la in­ten­sa llu­via que se de­jó sen­tir la tar­de no­che de ayer, sin que es­to ba­ja­ra la pa­sión de con­trin­can­tes en la bús­que­da de la vic­to­ria.


Re­pen­ti­na­men­te un po­de­ro­so ra­yo gol­peó la can­cha y su es­truen­do pro­vo­có que va­rios ju­ga­do­res ca­ye­ran al pi­so atur­di­dos por el so­ni­do, lue­go de va­rios se­gun­dos de to­tal des­con­cier­to y un po­co ma­rea­dos uno a uno se fue­ron re­cu­pe­ran­do y le­van­tan­do, me­nos Al­fon­so Go­dí­nez.


La alar­ma sur­gió en­tre los ju­ga­do­res al ver que de su cuer­po sa­lía hu­mo y par­te de su ro­pa es­ta­ba des­ga­rra­da, por lo que rá­pi­da­men­te in­ten­ta­ron acer­car­se pa­ra au­xi­liar­lo pe­ro una voz les di­jo que no lo ta­ca­ran y se dio avi­so a las au­to­ri­da­des co­rres­pon­dien­tes y se so­li­ci­to la in­ter­ven­ción de pa­ra­mé­di­cos pa­ra che­car su es­ta­do de sa­lud.


Al lu­gar se di­ri­gió la uni­dad A8 072 del Es­cua­drón de Res­ca­te y Ur­gen­cias Me­di­cas (ERUM) y los po­li­cías del sec­tor Fuen­tes de la Se­cre­ta­ría de Se­gu­ri­dad Pu­bli­ca lo­cal a bor­do de la pa­tru­lla P 6901, de­sa­for­tu­na­da­men­te los pa­ra­mé­di­cos só­lo pu­die­ron cer­ti­fi­car su muer­te, ya que al re­vi­sar el cuer­po diag­nos­ti­ca­ron que ya ha­bía fa­lle­ci­do y pre­sen­ta­ba que­ma­du­ras de ter­cer gra­do en to­do su cuer­po.

La vic­ti­ma fue re­co­no­ci­da por su cu­ña­do, Adán Gon­zá­lez La­bas­ti­da, de 28 años de edad, quien ju­ga­ba en el mis­mo equi­po.
An­te es­te ne­gro pa­no­ra­ma fue re­que­ri­da la in­ter­ven­ción del agen­te del mi­nis­te­rio pú­bli­co de la coor­di­na­ción te­rri­to­rial Tlal­pan 3, quien dio ini­cio a la ave­ri­gua­ción pre­via co­rres­pon­dien­te y or­de­nó el le­van­ta­mien­to de los res­tos mor­ta­les de la in­for­tu­na­da víc­ti­ma.

Se­gún los ex­per­tos, la pro­ba­bi­li­dad de mo­rir por­que "te par­ta un ra­yo" es de 1 en­tre 4.3 mi­llo­nes en un año con­cre­to, que equi­va­le más o me­nos a 1 en­tre 56,000 a lo lar­go de to­da una vi­da, ca­si lo mis­mo que sa­car­te la lo­te­ría.

martes, 17 de agosto de 2010

"La Línea" entrena a hermosas sicarias.

17 de agosto de 2010

 Así lo reveló un presunto miembro de la organización delincuencial

El cár­tel me­xi­ca­no de Juá­rez en­tre­na un cuer­po de jó­ve­nes y be­llas si­ca­rios

El bra­zo ar­ma­do del Cár­tel de Juá­rez, que ope­ra en la fron­te­ra de Mé­xi­co y EU, re­clu­ta y en­tre­na a de­ce­nas de mu­je­res jó­ve­nes y bo­ni­tas pa­ra ma­tar co­mo si­ca­rios, re­ve­ló tras su cap­tu­ra un pis­to­le­ro a suel­do de la or­ga­ni­za­ción.

"Son bo­ni­tas, ado­les­cen­tes de buen ver, pa­ra en­ga­ñar más a los con­tra­rios", di­jo el pre­sun­to in­te­gran­te de la or­ga­ni­za­ción de "La Lí­nea", Ro­ge­lio Ama­ya, an­te una cá­ma­ra de la Se­cre­ta­ría de Se­gu­ri­dad Pú­bli­ca (SSP) fe­de­ral, en un vi­deo que cir­cu­la hoy.
Es­ta ban­da cri­mi­nal, ca­rac­te­ri­za­da por su en­sa­ña­mien­to con­tra sus ri­va­les, dis­po­ne de en­tre 20 y 30 mu­je­res, prin­ci­pal­men­te "bo­ni­tas" y de 18 a 30 años, en­tre­na­das pa­ra ma­tar, di­jo Ama­ya.

El pre­sun­to de­lin­cuen­te que hi­zo pú­bli­ca es­ta si­tua­ción fue de­te­ni­do la se­ma­na pa­sa­da jun­to con otros cua­tro in­te­gran­tes de "La Lí­nea", acu­sa­dos de ma­tar a dos po­li­cías en Ciu­dad Juá­rez, la ur­be más vio­len­ta de Mé­xi­co.

Es­tas mu­je­res, se­gún Ama­ya, for­man par­te ya de "los co­man­dos" de "La Lí­nea", que pe­lea a muer­te con­tra los si­ca­rios del Cár­tel de Si­na­loa por con­tro­lar Ciu­dad Juá­rez, pa­so im­por­tan­te de dro­gas, ar­mas y di­ne­ro.

"La ma­yo­ría son ado­les­cen­tes", re­ve­ló el su­pues­to pis­to­le­ro en su de­cla­ra­ción an­te la cá­ma­ra, una prác­ti­ca usual que la SSP rea­li­za con los nar­co­tra­fi­can­tes de cier­ta im­por­tan­cia que cap­tu­ra. El de­te­ni­do di­jo no co­no­cer a la per­so­na que re­clu­ta a las mu­cha­chas.

Las mu­je­res si­ca­rios son ca­pa­ci­ta­das por otros miem­bros de la ban­da so­bre el pro­pio cam­po de ope­ra­cio­nes. Ellas "acom­pa­ñan a otros si­ca­rios" cuan­do rea­li­zan al­gu­na ac­to cri­mi­nal, re­ve­ló Ama­ya, de 27 años de edad.

Las be­llas ase­si­nas "ya han rea­li­za­do va­rios tra­ba­jos", agre­gó , y ex­pli­có que tra­ba­jan igual que un hom­bre: van en au­tos y "lle­van ar­mas lar­gas o cor­tas".

"Van acom­pa­ña­das de hom­bres, ellas se ba­jan a ha­cer el tra­ba­jo", con­ti­nuó el de­te­ni­do.
Ex­pli­có que en "La Lí­nea" ca­da cé­lu­la tie­ne va­rias di­vi­sio­nes: hal­co­nes (vi­gías que apo­yan a los si­ca­rios), si­ca­rios y ex­tor­sio­na­do­res, y "na­die pue­de me­ter­se en otra co­sa".