miércoles, 7 de septiembre de 2011

CASTILLO DE LA PUREZA

7 de septiembre de 2011

* Asesinó a golpes a una de las adolescentes que mantuvo secuestrada y quiso revivirla

* Colocó a uno de sus bebés sobre el pecho de la extinta para que "con la lactancia reaccionara"

* El pequeño de 3 meses murió asfixiado y el sujeto mantuvo los cadáveres en la casa de su mamá, quien fue su cómplice en el secuestro de 9 personas


En un rá­pi­do y efi­cien­te ope­ra­ti­vo po­li­cia­co ele­men­tos de la Po­li­cía de In­ves­ti­ga­ción lo­gra­ron cap­tu­rar a 7 pre­sun­tos se­cues­tra­do­res y res­ca­tar a ocho me­no­res y una mu­jer que du­ran­te sie­te años es­tu­vie­ron pri­va­dos de la li­ber­tad y su­frie­ron vio­len­cia fa­mi­liar, co­rrup­ción de me­no­res, ex­plo­ta­ción la­bo­ral de me­no­res, cu­yo sal­do fue de dos víc­ti­mas mor­ta­les, en he­chos su­ce­di­dos en el pe­rí­me­tro de Iz­ta­pa­la­pa.

En con­fe­ren­cia de pren­sa el ti­tu­lar de la Pro­cu­ra­du­ría Ge­ne­ral de Jus­ti­cia del Dis­tri­to Fe­de­ral, Mi­guel An­gel Man­ce­ra, in­di­có que ac­tual­men­te las víc­ti­mas se en­cuen­tran ba­jo res­guar­do del mi­nis­te­rio pú­bli­co de la Fis­ca­lía Cen­tral de In­ves­ti­ga­ción pa­ra la Aten­ción de Ni­ños, Ni­ñas y Ado­les­cen­tes.

Los pro­ba­bles res­pon­sa­bles son seis adul­tos y un me­nor de edad. En­tre és­tos la abue­la y ma­dre de al­gu­nos de los agra­via­dos, así co­mo su pa­re­ja sen­ti­men­tal.

El fun­cio­na­rio lo­cal in­di­có que al con­ti­nuar con las in­ves­ti­ga­cio­nes y en aten­ción a una or­den de ca­teo gi­ra­da por el juez 64 pe­nal, per­so­nal de la PGJDF cap­tu­ró a Jor­ge An­to­nio Inies­tra Sa­las, de 32 años; Cla­ra Ta­pia He­rre­ra, de 44 años; a los her­ma­nos Clau­dia, Juan Car­los y Ana Lau­ra Inies­tra Sa­las de 29, 31 y 28 años, res­pec­ti­va­men­te: así co­mo So­le­dad Sa­las To­rres, de 55, y un me­nor de 14 años de edad.

El mi­nis­te­rio pú­bli­co ini­ció una ave­ri­gua­ción pre­via por vio­len­cia fa­mi­liar que de­ri­vó en el res­ca­te de una mu­jer de 21 años; tres in­fan­tes de dos, cua­tro y cin­co años, así co­mo una be­bé de tres me­ses que por su de­li­ca­do es­ta­do de sa­lud fue in­ter­na­da en el Hos­pi­tal Pe­diá­tri­co de Pe­ral­vi­llo, de­ri­va­do de que Jor­ge An­to­nio Inies­tra Sa­las la gol­peó co­mo lo ha­cía con to­dos sus hi­jos.

Man­ce­ra Es­pi­no­sa ex­pli­có que cons­ta en el ex­pe­dien­te que en oc­tu­bre de 2004, la pro­ba­ble res­pon­sa­ble Cla­ra Ta­pia He­rre­ra, de 44 años, co­no­ció a Jor­ge An­to­nio Inies­tra Sa­las en su cen­tro de tra­ba­jo y co­men­za­ron una re­la­ción sen­ti­men­tal. Po­co des­pués lo lle­vó a vi­vir al do­mi­ci­lio de ella en la con­ser­je­ría de una es­cue­la pri­ma­ria de la Co­lo­nia San Lo­ren­zo Xi­co­tén­catl, De­le­ga­ción Iz­ta­pa­la­pa, don­de ha­bi­ta­ba con sus dos hi­jas y un hi­jo, quie­nes en ese mo­men­to eran me­no­res de edad.

De acuer­do con de­cla­ra­ción ver­ti­da por la pro­ba­ble res­pon­sa­ble, pa­sa­do el tiem­po, Jor­ge An­to­nio se­du­jo a las hi­jas de ella, va­lién­do­se de ame­na­zas y en­ga­ños, pro­crean­do con ellas cin­co hi­jos en to­tal. Al po­co tiem­po, el in­cul­pa­do co­men­zó a mal­tra­tar se­ve­ra­men­te a los in­te­gran­tes de la fa­mi­lia y a par­tir de 2006 las sa­có de la es­cue­la y les pro­hi­bió a las me­no­res sa­lir del do­mi­ci­lio pa­ra que no tu­vie­ran al­gu­na re­la­ción con otro hom­bre, al ar­gu­men­tar que "to­das las mu­je­res son unas lo­cas".

Es­te in­di­vi­duo, con­jun­ta­men­te con las ado­les­cen­tes y su pro­ge­ni­to­ra man­te­nían re­la­cio­nes ín­ti­mas con él pa­ra sa­tis­fa­cer­se, ac­tos que ob­ser­va­ba el me­nor hi­jo de la de­nun­cian­te a quien tam­bién gol­pea­ba y hu­mi­lla­ba cons­tan­te­men­te, obli­gán­do­lo a tra­ba­jar re­co­lec­tan­do car­tón, ven­dien­do dul­ces afue­ra de la es­cue­la y en una pa­le­te­ría, sin que tu­vie­ra al­gu­na re­tri­bu­ción eco­nó­mi­ca.

Jor­ge An­to­nio Inies­tra Sa­las le exi­gía una de­ter­mi­na­da can­ti­dad de di­ne­ro al día y cuan­do no lo jun­ta­ba lo gol­pea­ba con un cin­tu­rón en la es­pal­da y lo ama­rra­ba des­nu­do pa­ra acos­tar­lo so­bre un char­co de agua en la ca­be­za en don­de lo de­ja­ba to­da la no­che, en­tre otras con­duc­tas con­tra su per­so­na.

An­te el te­mor de ser aban­do­na­da, la ma­má de los me­no­res agra­via­dos no lo de­nun­cia­ba y tal era el so­me­ti­mien­to que su suel­do se lo en­tre­ga­ba, así co­mo sus aho­rros con­sis­ten­tes en 80,000 pe­sos pa­ra que no se fue­ra de su la­do.

Jor­ge An­to­nio Inies­tra pre­fi­rió a las hi­jas de la de­nun­cian­te, por lo que a ella y a su hi­jo los en­vió a dor­mir a otro cuar­to; mien­tras que en el que ha­bi­ta­ban ta­pó las ven­ta­nas con ta­bi­que y ma­de­ra, pro­hi­bién­do­les a las jó­ve­nes sa­lir del cuar­to, ni si­quie­ra pa­ra ha­cer sus ne­ce­si­da­des.

En ju­nio de 2009, Inies­tra Sa­las se lle­vó a las ni­ñas a vi­vir en el do­mi­ci­lio de la ma­dre de és­te; lu­gar don­de con­ti­nuó la pri­va­ción de la li­ber­tad y en con­di­cio­nes se­me­jan­tes a las su­fri­das en la con­ser­je­ría de la es­cue­la.

En es­te do­mi­ci­lio vi­vía So­le­dad Sa­las To­rres, ma­dre de Jor­ge An­to­nio, y sus her­ma­nos Juan Car­los, Clau­dia,Ana Lau­ra y un me­nor de 14 años, quie­nes en au­sen­cia del in­cul­pa­do man­te­nían en cau­ti­ve­rio a las ni­ñas.

Cin­co me­ses des­pués, Jor­ge An­to­nio gol­peó a una de las ado­les­cen­tes pri­ván­do­la de la vi­da y se­gún pa­ra rea­ni­mar­la to­mó a una de las be­bés, que en ese en­ton­ces te­nía tres me­ses de edad, co­lo­cán­do­la en el pe­cho del cuer­po ya sin vi­da pa­ra que se­gún él con la lac­tan­cia reac­cio­na­ra pre­sio­nán­do­le la ca­ra con­tra el pe­cho de la oc­ci­sa, pro­vo­cán­do­le as­fi­xia.

Du­ran­te apro­xi­ma­da­men­te un mes man­tu­vo los cuer­pos en el in­te­rior del cuar­to y pa­ra evi­tar el olor fé­ti­do les echa­ba cal y creo­li­na, has­ta que de­ci­dió des­ha­cer­se de ellos al co­lo­car­los den­tro de una bol­sa de plás­ti­co y con ayu­da de su her­ma­no Juan Car­los los su­bie­ron a un au­to­mó­vil Volks­wa­gen se­dán pa­ra aban­do­nar­los en un lu­gar de la Au­to­pis­ta Mé­xi­co-Pue­bla, don­de fue­ron en­con­tra­dos por au­to­ri­da­des del Es­ta­do de Mé­xi­co.

Con la de­nun­cia in­ter­pues­ta por la ma­má de las me­no­res, el mi­nis­te­rio pú­bli­co ob­tu­vo una or­den de ca­teo del juez 64 pe­nal del Dis­tri­to Fe­de­ral y se lo­gró la de­ten­ción de los pro­ba­bles res­pon­sa­bles.

Du­ran­te la di­li­gen­cia se res­ca­tó a las víc­ti­mas, quie­nes se en­con­tra­ban en mal es­ta­do de sa­lud, in­clu­so una be­bé de tres me­ses, quien se con­vul­sio­na­ba y vi­si­ble­men­te se veía fuer­te­men­te con­tun­di­da fue tras­la­da­da a un hos­pi­tal pe­diá­tri­co, don­de los mé­di­cos de­ter­mi­na­ron que su es­ta­do de sa­lud es muy gra­ve y pre­sen­ta trau­ma­tis­mo cra­neoen­ce­fá­li­co se­ve­ro, de­ri­va­do de los gol­pes que le pro­pi­nó Jor­ge An­to­nio Inies­tra Sa­las.

En las pró­xi­mas ho­ras, la Pro­cu­ra­du­ría Ge­ne­ral de Jus­ti­cia del Dis­tri­to Fe­de­ral con­sig­na­rá a los pro­ba­bles res­pon­sa­bles an­te un juez pe­nal del Re­clu­so­rio Pre­ven­ti­vo Orien­te, co­mo pro­ba­bles res­pon­sa­bles de los de­li­tos de se­cues­tro, ho­mi­ci­dio ca­li­fi­ca­do, ho­mi­ci­dio en ra­zón de pa­ren­tes­co, le­sio­nes ca­li­fi­ca­das en ra­zón de pa­ren­tes­co, co­rrup­ción de me­no­res, tra­ta en su mo­da­li­dad de ex­plo­ta­ción la­bo­ral de me­no­res y vio­len­cia fa­mi­liar.

En tan­to, los me­no­res afec­ta­dos se­rán ca­na­li­za­dos al Cen­tro de Es­tan­cia Tran­si­to­ria pa­ra Ni­ños y Ni­ñas, y la mu­jer de 21 años que fue víc­ti­ma cuan­do era me­nor de edad rin­de de­cla­ra­ción an­te el mi­nis­te­rio pú­bli­co
El cinismo del padrastro no le alcanza a comprender todo el daño que la hizo a su mujer, y a sus hijastras, a quienes convirtió en esclavas al grado de haber causado la muerte a una de ellas y a una bebé, a quienes “empaquetó” al estilo narco para despistar y las tiró en la carretera.


Ayer, funcionarios de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, realizaron una nueva inspección ocular en el domicilio que durante los últimos dos años sirvió de prisión para las dos hijastras del “Chacal”, como lo han bautizado sus vecinos de la colonia Renovación de la delegación Iztapalapa.

EL CASTILLO

El mencionado inmueble se encuentra en la Calle 11 número 33, en donde el Ministerio Público corroboró que es una casa de tres niveles, casi en obra negra, por dentro es un lugar estrecho, sucio, con una cocina con traste amontonados y sin lavar, con objetos inservibles y basura amontonada. Sitio que al final fue asegurado por las autoridades.

Un hogar que poco a poco se fue convirtiendo en una cárcel para las dos jóvenes que desde los 14 años de edad fueron tomadas como concubinas, amantes y esclavas de este sujeto que se desempeñaba como taxista “pirata” quien laboraba solamente en las madrugadas para evitar ser objeto de sospecha para las autoridades.

Lo peor del caso es que la familia del “loco” sujeto, jamás se atrevió a decirle el mal que estaba causando las mujeres, y cuando mató a una de ellas a golpes y asfixió a su bebé recién nacida, hasta le ayudaron a deshacerse de los cadáveres.

FAMILIA CÓMPLICE

Es por eso que la PGJDF detuvo a toda la familia de Jorge Antonio Iniestra, incluida Clara Tapia, madre de las jóvenes víctimas.

De forma cínica, Jorge Antonio Iniestra Salas se declara inocente, pero sólo Clara Tapia Herrera dice lo mismo, aunque ambos iniciaron una historia llena de violencia, sexo, abusos, corrupción de menores y explotación.

Los dos están detenidos, acusados de secuestro, homicidio calificado, lesiones y otros delitos cometidos durante siete años.

Claudia, Juan Carlos y Ana Laura Iniestra, además de Soledad Salas y Érick, hermano del depredador, también fueron cómplices.

El caso se inicia 2004, cuando la madre de familia conoció a Jorge Antonio; enamorada, se dispuso a vivir con él bajo el consentimiento de sus hijos, menores de edad.

Lo que era una familia se transformó en el calvario de los tres adolescentes. Gabriela y Rebeca se convirtieron en parejas sentimentales de su padrastro, mientras su hermano Ricardo fue obligado a trabajar y era objeto de golpes.

Las dos mujeres fueron privadas de su libertad. Dentro de un cuarto interactuaban una con otra para satisfacer al sujeto. De estas relaciones hubo cinco hijos.

Jorge Antonio sostiene que “todas las mujeres son unas locas” y por ello impedía que las jóvenes salieran a la calle. Primero estuvieron en la vivienda que tenía su madre en la conserjería de la escuela primaria Manuel C. Tello, en Iztapalapa; después las obligó a pernoctar en una vivienda de la colonia Renovación, la casa inspeccionada ayer 6 DE sEPTIEMBRE 2011.

* De­trás de una ima­gen de fiel ca­tó­li­co se ocultaba "El Mons­truo de Iz­ta­pa­la­pa",

Co­mo ve­ci­nos ahora co­no­cen al su­je­to que man­tu­vo se­cues­tra­das durante 5 años a sus hi­jas­tras, las violaba y mató a golpes a una de ellas y su bebé

Se­gún ve­ci­no de Jor­ge An­to­nio Inies­tra Sa­las, en su ju­ven­tud, par­ti­ci­pa­ba en una es­tu­dian­ti­na de la igle­sia de la co­lo­nia, in­clu­so, de ma­ne­ra vo­lun­ta­ria se pres­ta­ba pa­ra leer frag­men­tos de la Bi­blia du­ran­te las ho­mi­lías, por lo que era con­si­de­ra­do co­mo una per­so­na tran­qui­la y que no se me­tía con na­die, sin em­bar­go, "es el vil dia­blo, si no­so­tros tu­vié­ra­mos co­no­ci­mien­to de sus ba­je­zas an­tes de que lo de­tu­vie­ra la po­li­cía, se­gu­ro lo hu­bié­ra­mos que­ma­do vi­vo", di­je­ron va­rios co­lo­nos.

Los en­tre­vis­ta­dos re­fi­rie­ron que los ac­tos que co­me­tió Inies­tra, "no tie­nen nom­bre, por­que no lo hay, por las co­chi­na­das que ha­cía".

Una se­ño­ra que omi­tió su nom­bre, el día de ayer se pos­tró a las afue­ras de ese do­mi­ci­lio ubi­ca­do en la ca­lle 11, Co­lo­nia Re­vo­lu­ción, en Iz­ta­pal­apa, y con ro­sa­rio en ma­no oró el Pa­dre Nues­tro fren­te al do­mi­ci­lio, se­gún ella, "por­que ahí vi­vía el de­mo­nio".

Otros ve­ci­nos que di­je­ron co­no­cer des­de ha­ce 22 años a Jor­ge An­to­nio, ma­ni­fes­ta­ron que en su ju­ven­tud, to­ca­ba la man­do­li­na en el co­ro de la igle­sia que se lo­ca­li­za a unas cin­co cua­dras.

Sor­pren­di­dos, con­tem­pla­ron el in­mue­ble que ya es com­pa­ra­do con el dra­ma que vi­vió una fa­mi­lia en los años se­ten­tas en El Cas­ti­llo de la Pu­re­za y que fue pos­te­rior­men­te ins­pi­ra­ción de una pe­lí­cu­la.

Pe­ro, en es­te ca­so, la rea­li­dad fue re­ba­sa­da, por­que se rom­pie­ron las re­glas y le­yes que pre­va­le­cen en la tie­rra y por su­pues­to las del cie­lo, ase­ve­ra­ron in­qui­li­nos de esa ca­lle 11, que si bien, an­tes di­fí­cil­men­te la gen­te se atre­vía a pa­sar, aho­ra se ha con­ver­ti­do en un lu­gar for­zo­so de pa­sar y se­ña­lar la ca­sa co­mo: "ahí vi­vía el Mons­truo de Iz­ta­pa­la­pa".
En fran­ca re­cu­pe­ra­ción se en­cuen­tra el be­bé de tres me­ses de na­ci­do que fue con­du­ci­do al Hos­pi­tal Pe­diá­tri­co de Pe­ral­vi­llo, tras ser res­ca­ta­do de la ca­sa, aho­ra co­no­ci­da co­mo "El Cas­ti­llo de la Pu­re­za", don­de Jo­sé An­to­nio Inies­tra Sa­las, "El Mons­truo de Iz­ta­pal­pa", ge­ne­ró una de las te­rro­rí­fi­cas his­to­rias que se ten­ga co­no­ci­mien­to en la ciu­dad de Mé­xi­co.

Ga­le­nos y per­so­nal de es­te no­so­co­mio, ubi­ca­do al nor­te de la ca­pi­tal, di­je­ron  que a pe­sar de que el in­fan­te -de quien pi­die­ron no se men­cio­na­ra su nom­bre- lle­gó en es­ta­do gra­ve, "po­co a po­co es­tá sa­lien­do del pe­li­gro y es con­sen­ti­do por el cuer­po mé­di­co".

Al­gu­nos de los en­tre­vis­ta­dos, se­ña­la­ron que a pe­sar de su ino­cen­cia por su tem­pra­na edad, "es un ser hu­ma­no y se­gu­ro sin­tió la ma­la vi­bra que se ge­ne­ra­ba en esa ca­sa, aun­que se tra­ta por igual a to­dos los ni­ños, él se ha vuel­to al­go es­pe­cial por la gra­ve­dad del asun­to", co­men­ta­ron.

Nin­gún fa­mi­liar ha acu­di­do pa­ra es­tar al pen­dien­te del es­ta­do de sa­lud del be­bé.

No obs­tan­te, tam­bién fue tes­ti­go del amor y ca­ri­ño que le ha to­ma­do el per­so­nal del hos­pi­tal e in­clu­so de al­gu­nas ma­dres que acu­den a ver a sus hi­jos in­ter­na­dos, las cua­les de pa­so pre­gun­tan por la sa­lud del me­nor de edad.

"Lo bue­no es que aho­ra es­tá en bue­nas ma­nos y no ba­jo el yu­go de ese des­gra­cia­do que pu­do ha­ber­lo ma­ta­do co­mo lo hi­zo con el otro be­bé", ase­ve­ra­ron amas de ca­sa, en­tre­vis­ta­das a las afue­ras del Pe­diá­tri­co de Pe­ral­vi­llo.



Se­gún las in­ves­ti­ga­cio­nes, Inies­tra Sa­las tu­vo cau­ti­vas a sus dos hi­jas­tras ado­les­cen­tes, de las cua­les abu­só se­xual­men­te en re­pe­ti­das oca­sio­nes, pro­crean­do a cin­co hi­jos que tam­bién man­tu­vo en­ce­rra­dos y en con­di­cio­nes in­sa­lu­bres.



Ade­más du­ran­te ese pe­rio­do ase­si­nó a gol­pes a una de las jó­ve­nes y a un re­cién na­ci­do, y obli­gó a otro ado­les­cen­te a tra­ba­jar re­co­lec­tan­do car­tón y co­mer­cia­li­zan­do dul­ces en la vía pú­bli­ca.



La PGJDF con­fir­mó que los pri­me­ros años de mal­tra­to tu­vie­ron lu­gar en la con­ser­je­ría de la Es­cue­la Pri­ma­ria Ma­nuel C. Te­llo, don­de vi­vía el agre­sor con su pa­re­ja sen­ti­men­tal, quien la­bo­ra­ba co­mo con­ser­je. Pos­te­rior­men­te, se tras­la­da­ron a la vi­vien­da de Inies­tra Sa­las.



El Pro­cu­ra­dor ca­pi­ta­li­no, Mi­guel An­gel Man­ce­ra, con­fir­mó que se ela­bo­ra­rá un per­fil psi­co­ló­gi­co del agre­sor, el que co­me­tió los re­fe­ri­dos abu­sos sin pa­de­cer de sus fa­cul­ta­des men­ta­les

No hay comentarios:

Publicar un comentario